El 14 de abril de 1797, el almirante Bridport, dio la orden de zarpar.
Pero los marineros del Royal George en vez de levar anclas subieron a la jarcia y realizaron tres aclamaciones. Estas fueron contestadas por toda la flota. El motín ya estaba en marcha…
Esto sucedía en las radas de Spithead (Costa sur de Inglaterra) cuando Gran Bretaña se disponía a enfrentar a Francia por la disputa de la supremacía europea y colonial.
El motín tenía por objetivo el reclamo de los derechos que precisamente habían sido inspirados por la Revolución enemiga.
Las ideas revolucionarias de Francia ya habían calado en algunos sectores de Gran Bretaña. Si en Francia, al menos en teoría, el hombre pobre tenía los mismos derechos que el rico ¿porqué Gran Bretaña iba a ser diferente?
Y si en las ciudades industriales los obreros pedían por la dignificación de su trabajo, el marino, tarde o temprano tenía que exigir lo mismo.
Las demandas de los marineros
Los marineros se quejaban del salario, de la pésima calidad de la comida y de las condiciones de trabajo.
Una de las principales demandas era conseguir más permisos en tierra.
Era usual que un marinero pasara años en aguas extranjeras a bordo de un buque y que a su regreso a Inglaterra fuera víctima de las temibles patrullas de leva.
Estas patrullas, con el objeto de completar las tripulaciones, podía secuestrarlo (o levarlo) en cuanto pusiera un pie en tierra.
Lo llevaban a otro barco y de nuevo podían pasar años sin ver a su familia.
Además, su esposa e hijos tenían que arreglárselas para sobrevivir durante estos años ya que la armada retenía los salarios hasta el final de la misión.
La siguiente carta de 1794 refleja esta situación:
“honorable caballero,
Me tomo la libertad de informarle que mi esposo John Hunter ha sido carpintero de su buque, el Queen, durante el pasado viaje, por el que he recibido cuatro meses de paga del Sr. Blackburn y debía recibir el quinto ayer. Pero el Sr. Blackburn se negó a pagar (…) Mi esposo me escribió desde Spithead el día 6 y zarparon el 7 (…) tengo cinco hijos y no tengo ningún otro ingreso para alimentarles, más que lo que gana mi esposo (…)
Su humilde servidora Margaret Hunter”
Además, el salario estaba desactualizado. En 1653 el sueldo de un marinero era de veinticuatro chelines al mes. Casi 150 años más tarde, esa cantidad no había variado. Era imposible que los familiares de los marineros subsistieran con ese sueldo.
En cuanto a la comida, era de una calidad atroz.
El pan bizcochado se preparaba meses antes de su consumo y estaba invariablemente infestado de gorgojos y empapado de orines de rata.
Antes de consumir estas galletas los marineros les daban unos golpes secos en la mesa para extraer los gusanos.
Al barril de la carne salada se lo llegó a conocer con el nombre de “tonel de los arneses”. Los marineros decían que la “ternera” era en realidad carne de caballo y se contaban muchas historias sobre el hallazgo de herraduras o clavos entre la ración de carne.
No queda otra que negociar
La Royal Navy se enfrentaba ante un motín a gran escala y nada menos que en la flota de Spithead.
Spithead era la última defensa que tenían los británicos ante sus enemigos, de ahí su gran importancia, y el gran temor que provocó en la opinión pública que veía lo que podía suceder si los buques se negaban a defender sus costas.
Al día siguiente de iniciado el motín, los amotinados de cada buque designaron dos representantes.
Los delegados se reunieron a bordo del Queen Charlotte (barco insignia del motín), y firmaron dos cartas muy respetuosas con las peticiones; una para el parlamento y otra para el ministro de marina.
A este último se le rogó que aumentasen los salarios, que las raciones de comida fueran mayores y de mejor calidad, que incluyeran verduras y carne fresca, y que se pudiera tener, tras volver de cada travesía, una pequeña licencia para ver a sus familias.
El 20 de abril, el ministerio de marina envió una carta accediendo a la subida de sueldos, a la mejora en los alimentos y al perdón a todos los amotinados. Pero no se concedieron las licencias tras llegar a puerto.
Los marineros rechazaron la oferta y se reafirmaron en sus peticiones, negándose taxativamente a levar anclas.
Dejá que yo lo arreglo
El 21 de abril con intención de resolver los puntos en desacuerdo e intentando la reconciliación, los vicealmirantes Gardner y Colpoy, subieron a bordo del Queen Charlotte para hablar con los delegados.
En la reunión los marineros se negaron a volver a sus puestos hasta que el acuerdo no hubiera sido ratificado por el Rey y el Parlamento de manera oficial y se garantizase el perdón general.
En ese momento el almirante Gardner enardecido agarró a uno de los delegados por el cuello y le dijo a los gritos que si por él fuera colgaba a todos los delegados y a uno de cada cinco hombres de la flota.
Los delegados, muy ofendidos por el inesperado retroceso se reunieron en el Royal George y decidieron izar la señal pre acordada de la bandera roja.
Esta señal puso en estado de alarma a toda la flota. Los oficiales del Royal George estaban tan avergonzados de ver la bandera roja izada junto a la insignia de Bridport que arriaron esta última.
Los marineros de toda la flota cargaron los cañones y pusieron los navíos en estado de defensa. Los oficiales fueron confinados en sus respetivos aposentos y todo ello sin violencia alguna.
El 22 de abril amaneció pacíficamente y los delegados volvieron a enviar dos cartas.
Una al ministerio de marina, indicando la causa de su conducta en los días precedentes y otra al Almirante Bridport, a quien los amotinados consideraban un amigo.
Bridport volvió al día siguiente a bordo del Royal George. El almirante les informó que traía noticias sobre compensaciones y el perdón del rey.
Tras una corta deliberación y luego 9 días de motín los hombres aceptaron la propuesta y volvieron a sus puestos.
El Motín del Nore
El conflicto había sido solucionado y los beneficios conseguidos se extenderían al resto de la marina.
Con esto, La Royal Navy esperaba que se fueran calmando los incipientes focos de amotinamiento en el resto de las bases.
Pero las informaciones sobre las negociaciones llegaban incompletas y confusas. Lejos de parecer esperanzadoras eran consideradas negativas.
Y El 20 de mayo de 1797 la escuadra entera del Nore, en el estuario del Támesis, se amotinó.
Otra vez sopa…
Los amotinados de Nore nombraron dos delegados por buque y eligieron un presidente llamado Richard Parker del HMS Sándwich.
Elaboraron una declaración con peticiones de ocho artículos. El primero exigía que todos los puntos que se aprobaron para los de Spithead fueran aplicados también a los buques del Nore. Los otros siete artículos contenían peticiones frívolas e inadmisibles.
El 22 de mayo recibieron contestación del ministerio rechazando las demandas y ofreciendo el perdón si se ponían inmediatamente bajo las órdenes de sus oficiales.
Esto enfureció a los marineros, y al día siguiente toda la flota izó la bandera roja.
El 24 de mayo se repitió la oferta del perdón y fue rechazada nuevamente.
Los cabecillas dirigidos por Parker enviaron delegaciones por el río invitando a las tripulaciones de otros buques a sumarse al motín. Parte de la escuadra del mar del norte se unió a los sublevados.
Ante esta alarmante situación un comité del Ministerio de Marina se acercó e intentó de manera conciliadora terminar con el motín, pero fracasó
Los amotinados, empeoraron las cosas y colocaron los navíos atravesando el río para obstaculizar el tráfico mercantil. Esto generó cuantiosas pérdidas.
El 4 de junio, el día del cumpleaños del rey, los marineros demostraron su lealtad disparando la tradicional salva en honor al soberano.
Ese día en todos los buque se arrió la bandera roja, excepto en el navío Sándwich.
El 6 de junio varios navíos abandonaron el motín y el 13 de junio ya no había banderas rebeldes en ningún mástil.
Los marineros querían volver a sus deberes para asegurarse el perdón del rey.
Al día siguiente Parker y los veinticuatro cabecillas fueron arrestados.
Se sometieron ante un consejo de guerra y fueron condenados y ejecutados en la horca.
Sin criterio no hay acuerdo
A diferencia del anterior motín, el del Nore fracasó porque no hubo criterio en las peticiones.
Si el propósito era mejorar las condiciones y el salario de los marineros, estas demandas ya se habían satisfecho tras motín de Spithead
Los marinos del Nore actuaron sin conocimiento y muchos de ellos debido al abuso de bebidas alcohólicas.
Esto unido a las trabas al comercio y a las amenazas de pasar la flota al enemigo, crearon en la opinión pública un profundo malestar que exigió al almirantazgo firmeza para acabar con ello.
Este motín fue visto en Gran Bretaña como una deshonra tan terrible que no podría olvidarse ni con una batalla victoriosa.
Lic. Florencia Cattaneo
Campo Embarcaciones
Bróker Náutico
Fuentes; Pág. Web. Todo a babor; Los motines en la Royal Navy de finales del XVIII y principios del XIX.
Peter D. Jeans; Mitos y Leyendas del Mar