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¿Es usted un buen navegante?

by | Técnica Náutica

Navegar nos exige múltiples capacidades tanto técnicas como humanas.

Muchos libros y artículos se escriben sobre la técnica y muy pocos sobre los atributos personales de quiénes navegan y son apasionados de la vela.

Sabemos que en el agua las cosas cambian. La noción de espacio y tiempo son distintas. Tomamos decisiones en contextos de mayor incertidumbre y la convivencia se realiza en un espacio reducido e incómodo.

El disfrute en el agua es distinto al de tierra y navegar nos exige mayores habilidades personales e interpersonales

¿Cuáles son las cualidades personales del buen navegante?

¿Cuando las emplea? ¿En qué medida las tenemos y las desarrollamos?

Un buen Navegante:

Alcanza sus objetivos con paciencia y flexibilidad

De regata o de crucero un buen navegante tiene un objetivo. Este podrá consistir en ganar una competencia o llegar a Colonia, pero tiene un objetivo.

Trabajará para alcanzarlo.

Sabe que no siempre lo conseguirá de forma fácil y directa. Intentará ser paciente. En el agua todo puede complicarse o ser más lento pero, tiene claro el objetivo y lo perseguirá hasta alcanzarlo.

Con viento de proa, tirará todos los bordes necesarios sabiendo que llegar, se llega.

No obstante, evitará caer en la terquedad. Si el viento del este no lo deja avanzar hacia Colonia y tanto la tripulación como el barco corren riesgos, evitará exponerse demasiado buscando alternativas. Es flexible y se permitirá hacer una pequeña escala en Quilmes y dejar el cruce a Colonia para mañana sin que esto haga mella en su autoestima

Intenta y hace su mejor esfuerzo por llegar a su objetivo pero no se empecina con él.

Toma decisiones considerando múltiples factores, en contexto de riesgo y manteniendo el control emocional.

Un buen navegante tomará decisiones sopesando múltiples factores.

Sus decisiones sintetizarán la evaluación del viento, mareas, distancias, factores meteorológicos, tiempo, etc…

Intentará buscar la mayor información posible, pero es consciente de que  a pesar de los datos, el mar y el viento no están bajo su dominio y siempre habrá un margen para lo imprevisible

En este sentido, el navegante, desafía uno de los valores imperantes de estos tiempos: La seguridad.

Sabe que la seguridad es un mito. Podrá tomar y extremar precauciones pero al soltar amarras la naturaleza hará lo suyo y nada es seguro.

Por ello, se acostumbra a tomar decisiones en contextos de incertidumbre y en muchos casos, (cuando la cosa se pone fea), de estrés emocional. Sabe mantener la calma porque de ello dependerá que pueda llegar seguro a buen puerto.

Además, estas decisiones las tomará en soledad. Podrá compartir esta tarea con la tripulación pero el círculo es igualmente reducido. En el barco están los que están y nadie más podrá ayudar

Negocia con la naturaleza. Adopta soluciones de compromiso

Sabe que el blanco y el negro no existen y busca los grises

En el agua (cómo en la vida) todo no es posible y deberá optar sabiendo qué gana y qué pierde en cada caso.

Navegando, busca el mejor compromiso, para quedarse fondeado o buscar otro refugio, para dejar o no una vela por la noche, para partir a otro destino o esperar a que la meteorología sea más conveniente…

Sabrá que al elegir solucionará un problema y pero tendrá que adaptarse o estar atento a otros.  

Negocia con el viento y las olas cuando ciñe. No los enfrenta, ni los doblega. Los maneja buscando lo que ellos pueden ofrecerle para conseguir su objetivo.

Maneja el estrés y el miedo no lo paraliza

El buen navegante puede sentir miedo pero no debe permitir que lo paralice.

Enfrentará momentos de mucho estrés donde deberá identificar las dificultades y los problemas y tendrá que moverse para resolverlos

Si en medio de una tormenta debe achicar la mayor y se traba la driza, deberá encontrar el problema y resolverlo. Tiene que achicar porque el viento es muy fuerte, tiene que moverse, buscar el inconveniente en la driza y destrabarla. De ello puede depender su vida.

El contexto es por demás amenazante. Tiene frío, la lluvia no lo deja ver, el barco no para de moverse y es difícil afirmarse pero debe mantener la calma, vencer el miedo y desenredar la driza.

En ese momento debe controlar sus emociones. Si  se altera se volverá más torpe y no podrá solucionarlo aunque tenga el conocimiento para hacerlo.

El navegante tiene un entrenamiento especial para manejar el estrés y este aprendizaje puede aprovecharlo en otros aspectos de su vida

Respeta, es modesto y sencillo

El buen navegante aprende a respetar a la naturaleza, al mar, a la tripulación y a su embarcación

Es también una persona modesta y consciente de sus limitaciones físicas, sus aptitudes manuales e incluso psicológicas.

Si tiene que afrontar una maniobra arriesgada en cubierta, se asegurará a una línea de vida

Si se siente descompuesto en una guardia pedirá ayuda a un compañero

Acepta sus limitaciones, busca superarlas pero nunca negarlas y esto indudablemente lo ayuda a crecer.

El navegante modesto por más experiencia que tenga, sabe reconocer a otros navegantes. Saca provecho de sus experiencias y aprende mucho leyendo de ellos. Observa y atesora sus  los consejos.

Busca la sencillez. Sabe que las soluciones sencillas son muchas veces las más claras y por tanto las más seguras tanto para aparejar, buscar una derrota, colocar una vela o para hacer un buen nudo… no deja de buscar la sencillez.

Convive con tolerancia y generosidad

La convivencia nunca es sencilla y más si el entorno físico es reducido y las condiciones ambientales son hostiles

Estos factores pueden dificultar las relaciones entre la mienbros de una tripulación sean amigos, familia o pareja.

Navegando, ante el enojo, nadie puede abandonar el barco y la convivencia es al 100%. En el barco resulta imposible descansar unos de otros

Es aquí donde el espíritu de colaboración y la tolerancia del buen navegante son fundamentales.

También la modestia ayudará en la convivencia con los demás tripulantes y en la toma de las mejores decisiones.

Maneja equilibradamente sus recursos económicos

Sabemos que en la náutica todo es caro. Pero debemos recordar que todavía será mucho más caro si lo necesitamos a mitad del cruce.

Hacer determinados ahorros  antes de partir que pueden volverse en su contra cuando este en costas alejadas de toda civilización.

Esto no significa que un buen navegante deba derrochar dinero.

Todo lo contrario, sabe detectar en dónde ahorrar para poder luego emplear su dinero de la mejor manera.

Es curioso y abierto al aprendizaje.

El buen navegante siempre está  dispuesto a revisar sus acciones y aprender de su experiencia.

Sabe que muchos elementos y situaciones no dependen de él pero intenta no excusarse en ellos cuando algo no le sale bien.

Si una maniobra ocasiona daños al barco puede reconocer que si bien una racha repentina le jugó una mala pasada, él podría haber hecho otra cosa

Más tranquilo y el la amarra podrá interrogarse: ¿Podría haber hecho algo distinto de lo que he hecho?  ¿He tenido en cuenta todo lo que podía suceder? ¿Y si no lo he tenido en cuenta es porque no estaba suficientemente atento o simplemente no sabía que lo debía tener en cuenta?

Ser un buen navegante es estar abierto al aprendizaje en forma permanente. Esto le permite advertir lo que realmente sucedió.

Sabe que buscar culpables no sirve a pesar de que pueda ser cierto que el material ha cedido o que había un objeto a la deriva…

A pesar de todo, seguramente podría haber hecho cosas de otra forma; haber reaccionado de manera distinta  o haber implementado más medidas de previsión, etc…

Por otra parte, un buen navegante es impulsado por su curiosidad y acaba interesándote por la física, la meteorología, la oceanografía, cartografía, el mantenimiento de las embarcaciones, jarcias y velas, la historia, la tecnología, la preparación física, la alimentación, la mecánica y muchas cosas más que tienen que ver con el arte de navegar.

Finalmente… ¿Somos buenos navegantes?

Después de lo dicho, se concluye que es difícil, exigente y trabajoso ser “Buen Navegante”.

Habrá quiénes reconozcan tener algunas características más que otras. Habrá puntos fuertes y débiles en cada uno de nosotros pero, con más o menos desarrollo todas estas habilidades personales se hacen presentes en cada navegante a la hora de zarpar…

Lic. Florencia Cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker Náutico

Fuentes:

Entrevista a  Pep Font, Psicólogo deportivo; “El rendimiento consiste en asumir el riesgo de fallar y tomar decisiones.”

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