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El holandés errante

by | Relatos de Navegantes

HMS Bacchante. 11 de junio de 1881 a las 4 de la madrugada. Noche clara y mar calmo.

Una extraña luz cruza nuestro rumbo. Es roja, incandescente, y en el centro se destacan, los mástiles, palos y velas de un bergantín. Se acerca a nuestra amura de babor a unos 200 metros de distancia.

El vigía del castillo de proa y el oficial de guardia lo ven claramente.

También lo ve el guardiamarina del alcázar que inmediatamente corre hacia el castillo de proa. Pero al llegar ya no encuentra vestigios ni señales de aquel barco, ni siquiera en el horizonte.

Trece personas lo vieron. El “Tormaline” y el “Cleopatra” que navegaban a estribor nos hicieron señales preguntándonos si habíamos visto la extraña luz roja.

Nos habíamos cruzado con el “Holandés Errante”.

La leyenda

 “Había una vez, hace mucho tiempo, un capitán que no creía en santos, ni en Dios, ni en nadie.

Era un holandés de quien sabe dónde, que un día partió hacia el sur.

Todo fue bien hasta la altura del Cabo de Buena Esperanza, pero ahí lo sorprendió una tempestad de las que descuernan bueyes, arrancan árboles y voltean casas.

El barco estaba en peligro, todo el mundo se lo decía al capitán.

Este se mataba de risa, entonando, el muy sinvergüenza, canciones diabólicas, como para atraer cien truenos sobre la arboladura.

Fumaba tranquilamente su pipa y bebía cerveza como si hubiera estado sentado en una taberna.

Cuanto más le rogaban que recalara, más se obstinaba en mantener las velas desplegadas.

No sólo se había negado a ponerse a la capa, sino que se reía de los mástiles rotos y las velas reventadas.


 Se burlaba de la tormenta, de la opinión de los marineros y del llanto de las pasajeras.

Intentaron forzarlo a entrar en una bahía, pero tiró al mar al que lo amenazó con eso.”


Entonces se abrió una nube y una gran figura descendió sobre el castillo de popa. Dijeron que se trataba del Padre Eterno. Todo el mundo temblaba de miedo, pero el capitán seguía fumando su pipa. Ni siquiera se sacó el gorro cuando la aparición le dirigió la palabra.


-Capitán –le dijo-, usted es un tozudo.


-Y usted un sinvergüenza –le respondió el capitán-; déjeme de molestar, yo no le pido nada, váyase rápido de aquí o le vuelo los sesos.


El venerable anciano permaneció en silencio. Entonces el capitán agarró su pistola y disparó contra el recién llegado.

El tiro, en lugar de herir al hombre de la barba blanca, atravesó la mano del capitán.

Eso le molestó mucho y se levantó para dar una trompada al viejo, pero su brazo cayó paralizado.

¡Oh!, entonces se enojó de veras y comenzó a insultar como condenado.

Entonces la figura le dijo:
-Eres un maldito; el cielo te condenará a navegar eternamente, sin que puedas jamás hacer escalas, ni fondear, ni ponerte al abrigo de tierra.

No tendrás cerveza ni tabaco; beberás hiel en las comidas, sólo comerás hierro al rojo; tu grumete tendrá cuernos en la frente, hocico de tigre y la piel de una foca.”


El capitán suspiró, mientras el otro continuaba:
-Estarás eternamente de guardia y no podrás dormir aunque te caigas de sueño, porque apenas cierres los ojos te clavará una espada. Y puesto que te gusta atormentar a los marinos, te daremos el gusto.

El capitán sonrió.

-Porque serás el diablo del mar; correrás sin cesar por todas partes, jamás tendrás reposo ni buen tiempo; tu brisa será la tempestad; la sola vista de tu barco, que volará hasta el fin de los siglos en medio de las tormentas del Océano, traerá mala suerte a quienes se encuentren con él.


“-¡Amén, pues! –gritó el capitán muerto de risa.”


-Y cuando el mundo termine, Satanás te dará como retiro una caldera de condenado.
– Me importa un pito –fue la respuesta del capitán.


El Padre Eterno desapareció y el holandés se encontró solo a bordo con su grumete, que ya tenía el aspecto que le habían anunciado.

Desde aquel día, el Holandés Errante navega en medio de fuertes tempestades y su mayor placer es ensañarse con los pobres marinos.

Es él quien les envía temporales imprevistos; el que arroja los barcos sobre bancos desconocidos, quien les hace seguir falsas derrotas, haciéndolos naufragar.


Hay quienes dicen que el Holandés Errante suele visitar a los barcos con que se cruza.


Si yo supiera como está pintado el Holandés se lo diría para que usted no vaya a desafiarlo, pero nadie lo sabe. El maldito sinvergüenza se pinta con el color que se le da la gana y lo cambia diez veces por día para no ser reconocido…

Es capaz de cualquier artimaña y lo mejor que puede hacerse cuando llega en medio de la tempestad, es evitar su encuentro.”

Quién era el Holandés?

La historia del Holandés Errante es una de las más famosas y de las más antiguas leyendas del mar

Existen múltiples versiones de esta leyenda

La versión más conocida, reproducida aquí, ha sido incluída en el libro “Escenas de la vida marítima” de Jal y hace referencia a un tal capitán Van Der Decken.

Su barco navegaba la ruta de las Indias Orientales cuando quedó preso de una violenta tempestad a la altura del cabo de Buena Esperanza.

Van der Decken confiado en sus habilidades como marino y a pesar de las súplicas de su tripulación, retó al mismísimo Dios ha hundir su nave. Su blasfemia le castigaría a navegar eternamente por la mar.

El alma en una partida de dados  

Existen otras versiones de la historia donde cambia el protagonista y su antiguedad.

Una de ellas tiene lugar en el viejo castillo de Falkenberg, en Limburg, hace 600 años.

Allí vivían dos hermanos, Waleran y Reginald, y ambos amaban a la hija del conde de Cleves.

Walleran consigue el amor de la doncella y Reginald que había jurado vengarse, se esconde en la cámara nupcial y asesina a su hermano y a la novia.

El asesino, buscando alivio para su conciencia va a visitar a un santo ermitaño que vivía en el bosque y le confiesa su pecado.

El ermitaño al escucharlo le dice que se diriga hacia el Norte hasta que no hubiera más tierra y que allí encontraría una señal.

Reginald comenzó su viaje acompañado por dos extrañas formas. A su derecha, la forma blanca y a su izquierda, la forma negra.

Viajó durante muchos meses hasta que una mañana vio que ya no había más tierra y que sólo el basto océano se extendía ante él.

En ese preciso instante una barca se acercó a la orilla y dentro de ella un hombre le dijo: “Te esperábamos”.

Reginald subió a la barca acompañado de las dos formas. Remaron hasta un barco de grandes dimensiones y velas desplegadas; cuando estuvieron a bordo el barquero desapareció y el barco partió.

Reginald desendió a una cabina  en la que había una mesa y sillas; las dos formas junto a él se sentaron, entonces la forma negra sacó un par de dados y comenzaron a jugarse el alma de Reginald. 

Seicientos años lleva navegando esa nave sin timón ni timonel y durante todo ese tiempo han estado las dos formas jugándose el alma del asesino hasta el fin de los días.

Los marinos del mar del Norte dicen haberse encontrado con esta nave infernal.

Bernard Fokke

En la versión alemana, el capitán era Bernard Fokke y vivió en el siglo XVII.

Fokke, capitán del Libera Nos, era famoso por la rapidez con que realizaba sus travesías.

Era osado e inteligente y fue capaz de viajar de Batavia a Holanda en noventa días.

Quienes envidiaban su habilidad de navegante afirmaban que había establecido un pacto con el diablo.

Esta creencia se vio reforzada porque Fokke era muy feo, fuerte y de carácter violento.

Un día se embarcó en un viaje del que no retornó y se rumoreó que, finalmente, el Diablo había cobrado su recompensa.

Se dijo que Fokke había sido condenado, por sus muchos pecados, a vagar eternamente en su barco desde el cabo de Buena Esperanza hasta el extremo sur de América.

Los marinos del océano Indico aseguran haberlo visto a él y a su tripulación, que consistía en tres ancianos de largas barbas.

Cuando alguien trataba de hablar con ellos, el barco desaparecía.

Otras versiones

Hay quiénes afirman que la historia deriva de la saga escandinava de Stote, un vikingo que robó un anillo a los dioses y cuyo esqueleto, cubierto con un manto de fuego, fue hallado sentado en el palo mayor de una nave negra y fantasmal. 

Otros creen que la historia se originó en las aventuras de Bartolomeu Dias (1450-1500), navegante portugués que descubrió el cabo de Buena Esperanza en 1488 y cuyas proezas marítimas llegaron a parecer sobrehumanas.

La maldición se cumple

HSM Bacchante. 11 de junio de 1881 a las 10.45 de la mañana

Un marinero cae desde las crucetas del mastelerillo de juanete y se hace trizas.

Era el valiente marinero real que esa madrugada había avistado al “Holandés Errante” 

A las 16.45 se efectuaron las honras fúnebres y su cadáver fue lanzado al mar.

Lic. Florencia cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker Nautico

Fuentes: Leon Renard; Historia Secreta de Barcos y Navegantes

Angelo S. Rappoport; El Mar, Mitos y Leyendas