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El naufragio del Mentor

by | Relatos de Navegantes

En setiembre de 1802 en el puerto griego de Pireo, la tripulación del “Mentor” maldecía y sudaba mientras embarcaba 16 grandes cajas de madera rumbo a Londres.  

Las cajas eran pesadas, demasiado pesadas, pensó el capitán William Eglen mientras observaba a sus hombres.

Dirigió el comentario hacia Lord Elgin, organizador del viaje, que junto a él supervisaba el envío. Pero, el superintendente, no estaba de humor para debatir, todas las cajas deben ser embarcadas…

Ya había demasiado en la bodega: estatuas egipcias, ánforas de Rodas, un antiguo asiento tallado en mármol, cientos de fósiles, monedas del Mediterráneo, Balas de cañón, pistolas, y ¡Dios sabe que más…!

Bajo la guardia del capitán Eglen viajarían 11 tripulantes y seis pasajeros.

El Mentor se dirigiría primero al suroeste, alrededor de la punta sur del Peloponeso y luego a Malta. Londres los esperaba lejos del calor y el polvo de Atenas.

Algo salió mal

Con buen clima y una favorable brisa, el Mentor llega rápidamente a Cabo Matapan. Pero, a medida que avanza hacia el sur de la parte continental de Grecia, todo comienza a empeorar.

El viento vira al este y el Mentor busca refugio durante la noche.

Al amanecer del segundo día el barco sigue camino al sur avanzando entre olas cada vez más grandes.

Advierten que la nave presenta una gran vía.  Eglen ordena achicar   y mantener al mínimo el nivel del agua, pero el agua se instala más a medida que el viento aúlla y el Mentor navega.

Debían alcanzar tierra lo más pronto posible, pero ningún miembro de la tripulación estaba familiarizado con la geografía de la zona.

La mejor solución era buscar refugio en algún puerto de la cercana isla de Kythera.

A primera hora de la tarde, casi habían llegado al puerto de Avlemono, en la costa sur de la isla. No obstante, el mal tiempo y el oleaje les impedía entrar en él.

Eglen ordena lanzar desesperadamente dos anclas; pero ninguna de las dos pudo sostener al barco.

Cuando las cadenas del fondeo se cortaron, la tripulación izó las velas para escapar de la costa.

El barco no respondió y sin gobierno se lanzó a tierra y se estrelló contra las rocas.

Irremediablemente, el “Mentor” y sus 16 preciosas cajas se hundieron lenta y silenciosamente en el lecho marino a 25 metros de profundidad.

Por azar o por la furia de Poseidón, el barco nunca abandonó las aguas griegas.

La tripulación y los pasajeros pudieron alcanzar las rocas antes que la parte superior del mástil fuera la única parte visible sobre el agua.

Por fortuna el Anikitos, de bandera austríaca, pasaba por la zona y todos fueron rescatados.

Las cajas de Elgin

En 1799, Lord Elgin es nombrado embajador en Constantinopla, la capital del Imperio Otomano.

Preocupado en mejorar el conocimiento del arte clásico en Gran Bretaña se empeña en llevar moldes de los monumentos griegos que sólo eran conocidos en su país mediante dibujos y grabados.

En 1800 las autoridades turcas en Atenas, en un gesto diplomático y como agradecimiento a los británicos por la derrota de los franceses en Egipto, le otorgan una licencia según la cual no sería obstruido en su trabajo académico permitiéndole “quitar cualquier piedra con inscripciones o figuras”.

A partir de entonces nada detiene a Elgin.

En 1801 reúne un equipo de arquitectos, pintores, delineantes y escayolistas bajo la dirección de Giovanni Battista Lusieri, y comienza los trabajos para desmontar prácticamente la totalidad de las esculturas que adornaban el Partenón de Atenas.

Sus emisarios no se limitaron a copiar los frisos y las metopas del Partenón, sino que comenzaron a cercenar todo lo apetecible, en muchos casos cortando la piedra detrás de las esculturas para hacerlas más ligeras.

Sin ningún cuidado, a cincel y martillo, separaron las piezas en mejor estado sin importar lo que estuviese al lado.

Desde Constantinopla, Elgin daba órdenes de tomar “todo lo que fuese posible”, y no sólo del Partenón, también de los monumentos colindantes.

Los mármoles debían ser trasladados en cajas  hasta Londres para, según la mentalidad colonialista de la época, salvarlas de la barbarie de los habitantes del Imperio Otomano.

Piedras sin valor…

Luego del naufragio, Lord Elgin estaba desesperado.  Las cajas debían ser rescatadas y de inmediato comenzó a organizar una misión de salvamento.

Sorprendidos por la urgencia del Lord, las autoridades de Kythera preguntaron sobre la importancia de la carga.

Elgin les respondió describiéndola como: “… cajas de piedras sin valor, pero de gran importancia”  

El salvamento fue una empresa monumental que involucró a los residentes de la isla durante dos años.

Para traer las cajas a la superficie fueron reclutados buceadores de esponjas de Kalymnos y Symi.

Afortunadamente, la mayor parte de su precioso cargamento, que incluía secciones del friso del Partenón y el Templo de Atenea Nike, partes de estatuas, un trono de mármol y columnas, fueron recuperados del naufragio.

Elgin había gastado una fortuna, pero, aún faltaba transportar el cargamento a Londres.

Quebrado y en carácter de exembajador británico, pide ayuda a a las autoridades británicas en Malta.

El 2 de septiembre de 1804, dos barcos son autorizados a navegar hacia Kythera para recoger las esculturas y llevarlas a Londres.

Pero el viaje se ve interrumpido una vez más. Se habían reiniciado las hostilidades entre Francia y Gran Bretaña y, las piezas del Partenón tenían impedido el paso por Francia.

En 1805, las cajas son depositadas y dejadas por años en un almacén de La Valeta en Malta. Elgin estaba furioso.

El Partenón llega a Londres

Finalmente, en 1816, las esculturas son cargadas en otro barco llegando a Londres exitosamente.

En principio, el destino de tanta maravilla era decorar el jardín de Elgin, pero, financieramente agobiado decide negociar su venta con el gobierno británico.

El duro Elgin había esperado recaudar 73,000, £ pero finalmente aceptó las 35,000, £ ofertadas por la Cámara de los Comunes.  

No era una suma pequeña: una libra a principios del siglo XIX valía £ 100 libras de hoy.

En mismo año la colección fue entregada al Museo Británico, donde permanecen en la actualidad.

La exhibición de los frisos en Londres al principio fue un éxito. Se formaron colas de aficionados y los medios hablaron extensamente de ellos. El interés por el arte y la historia renacía.

También hubo críticas: Algunos los calificaron como copias romanas y otros criticaron duramente a Lord Elgin por haber expoliado el Partenón.

Esto desató tal revuelo que el gobierno se vio obligado a iniciar una investigación.

A partir de ella, se comprobó que un asesor del Elgin había sobornado y amenazado a los representantes otomanos en Atenas para conseguir el permiso al Partenón.  

Se constató además que, el documento contenía una frase ambigua. Efectivamente permitía “retirar cualquier piedra”, pero la palabra original “qualche”, en aquel entonces podía significar “cualquier” o “pocas”.  

Por otra parte, los turcos siempre dijeron que la frase aludía a las piedras de las excavaciones, y no de monumentos.

Finalmente, la comisión de investigación exoneró a Lord Elgin y decidió que los frisos, las metopas y las esculturas estaban mejor protegidas en Londres que en la inestable Grecia.

El conflicto de Los mármoles  

El Museo Británico de Londres es uno de los museos más grandes del globo, con aproximadamente ocho millones de obras y objetos tomados de todo el mundo durante la época del Imperio Británico.

Los mármoles del Partenón son unas de las obras más famosas y controvertidas en su poder. Muchos de ellos están en Londres, pero los hay también en el Museo del Louvre de París.

Desde 1983 Grecia los reclama de regreso a su tierra natal. Hubo un intento de negociación en 2007, pero sin resultado. La puja por la custodia está lejos de resolverse

El debate entre los que creen que las piezas deben ser devueltas a Grecia y los que creen que deben permanecer en Gran Bretaña está vigente.

La posición del gobierno del Reino Unido siempre ha sido que la propiedad de las esculturas es del Museo Británico.

Según el Museo Británico, fue la “destrucción continua de esculturas clásicas en Atenas” lo que “persuadió a Elgin de proteger para la posteridad las esculturas “.

 Para Grecia, esto es sólo una excusa para justificar el robo de sus obras. Las piezas faltantes representan más de la mitad de la decoración del Partenón, levantado en el siglo V a.C. en honor a la diosa Atenea. Este templo es el gran icono de la Grecia clásica y uno de los logros que definen la humanidad.

Uno de los argumentos a favor de Grecia es que: “el contexto es todo” y el arte pertenece al lugar en el que fue creado.

Otro de los argumentos griegos es la unidad del relato. Lo mármoles cuentan la procesión de las Grandes Panateneas. Al estar fragmentando, la narración se rompe. Se fractura.

Del otro lado, hay réplicas clásicas. Aceptar su devolución es abrir la puerta al riesgo de que puedan quedar vaciados la mitad de los museos europeos o estadounidenses. 

Por otra parte, argumentan los museos, los mármoles de Elgin se encuentran protegidos en el seno de una de las colecciones más extraordinarias del planeta y más necesarias para entender el mundo con una perspectiva histórica completa. 

“No son ya un botín del imperialismo británico del siglo XIX sino que representan la visión universal de la cultura y el arte. Los objetos de arte y cultura están ligados tanto al pasado como a su historia contemporánea. Discutir la legalidad y legitimidad de esta vinculación histórica significaría el fin de la visión universalista de los grandes museos internacionales”.

Excavaciones recientes

En 2016 buzos del Ministerio de Cultura griega exploraron el naufragio del Mentor

Al igual que con las otras exploraciones, el objetivo fue determinar si todavía quedan de obras de arte cerca del barco.

Realizada bajo la dirección del arqueólogo Dimitrios Kourkoumelis, la excavación dio como resultado el hallazgo de numerosos objetos que los marineros del Mentor perdieron durante el naufragio.

Encontraron piezas de ajedrez, pipas, un cepillo de dientes, monedas de oro, elementos decorativos de instrumentos musicales y dos botones metálicos con el símbolo del ancla, procedentes de un uniforme de la marina.

También encontraron fragmentos de una estatua egipcia.

Dimitris Kourkoumelis justificó este hallazgo explicando: “En Egipto, en especial en Alejandría, era usual vender antiguas estatuas de faraones para utilizarlas como lastre en los barcos. Cuando llegaban a puerto, sacaban el “lastre” y vendían las estatuas a coleccionistas.”

Por desgracia, el pecio se encuentra en muy mal estado. Durante el rescate de los mármoles no tuvieron cuidado con el barco y los objetos que no fueran de valor artístico.

En la próxima campaña, el equipo de Dimitris Kourkoumelis espera poder explorar el casco del Mentor y descubrir más objetos.  

Puede que aún queden fragmentos de mármol que se desprendieron y fueron abandonados en el fondo del mar.

Es la primera vez que Grecia tiene Antigüedades recuperadas del naufragio desde el salvamento inicial en 1802

Florencia Cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker Náutico

Fuentes:

Nigel Pickford; Atlas de Tesoros Hundidos

Jesús García Barcala; El hombre que mutiló el Partenón.

Miguel Ángel García Vega; ¿Debe devolver Inglaterra los mármoles del Partenón?

DHWTY; El naufragio del Mentor y el desastroso viaje de los mármoles del Partenón a Gran Bretaña

Pág Web Ancient Origins.es; Recuperaron nuevos tesoros del Mentor, el barco de Lord Elgin que se hundió cuando transportaba los mármoles del Partenón

Pag Web NeosKosmos.com; Malta y los Mármoles

Rosella Lorenzi; Se encontraron antigüedades en un naufragio que transportaba los mármoles de Elgin