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El naufragio del Lutine

by | Relatos de Navegantes

A fines de septiembre de 1799, El capitán Lancelot Skynner de la fragata británica HMS Lutine, permanecía anclado en Great Yarmouth esperando, nuevas órdenes.

Napoleón había bloqueado los puertos alemanes y daneses del Mar del Norte. Hamburgo había sido el puerto más perjudicado, su comercio estaba asfixiado y la ciudad se hallaba al borde de la ruina.

Muchos comercios estaban quebrando y con la intención de apoyarlos, los comerciantes de Londres deciden enviar con urgencia una gran cantidad de dinero. 

Esta decisión fue comunicada al HMS Lutine. El buque transportaría un millón y medio de libras esterlinas en lingotes de oro y plata, en monedas de ambos metales y en diamantes donados por el Príncipe de Orange, Guillermo V.

Esta valiosa carga llegaría a Hamburgo, a través del puerto de Cuxhaven, donde el Lutine debía amarrar, descargar y regresar a Great Yarmouth para esperar nuevas órdenes. 

Por otra parte, este viaje ayudaría a aliviar la gran cantidad de pasajeros, correo y suministros que se habían acumulado como resultado de un verano tormentoso que había paralizado el comercio británico con el continente. 

Una fragata con experiencia…  

La Lutine fue construida en 1785 en Toulon y formaba parte de la marina francesa.  Equipada con 32 cañones, era muy marinera y desplazaba siete toneladas.  

En 1793 Durante la Revolución Francesa, en lugar de caer en manos republicanas, los realistas la entregaron a la Royal Navy, y se convirtió en el HMS Lutine.

En 1795, luego de la invasión de Holanda, formó parte de la Flota del Mar del Norte. Su responsabilidad era vigilar las costas holandesas y francesas. 

Sus deberes también incluyeron guiar a los barcos amigos a través de aquellas peligrosas aguas y transportar suministros, tropas e instrucciones a otros barcos británicos en el área.  

El HMS Lutine conocía la zona como la palma de su mano…

Un crucero de placer

El 8 de octubre en el puerto, una carga “no identificada” se acomodaba en el Lutine.

El oro no podía verse, pero estaba siendo almacenado en barriles endebles con aros débiles de hierro y la plata en barriles con aros de madera.

En comparación con las agitadas misiones de batalla durante los meses anteriores, se esperaba que este viaje fuera como un crucero de vacaciones. El Lutine llevaría 30 pasajeros, la mayoría de gran prestigio.

Por eso, una vez que todos se hubieran instalado cómodamente a bordo, empezó la fiesta. Muy animados, el Capitán y sus oficiales disfrutaron de la agradable compañía de hermosas mujeres.  ¿Quién podría culparlos después de haber servido tan duro a la Armada?

Una negra noche

Finalmente, el HMS Lutine zarpó la mañana del 9 de octubre de 1799 hacia Cuxhaven.

Navegó placenteramente con rumbo noreste hacia las islas Frisias que protegen la costa norte de Holanda.

El cielo estaba despejado y el viento soplaba del oeste con intensidad moderada.

Por la tarde, el clima desmejora y, por la noche, cuando el barco se acercaba a las islas, el viento rota y comienza a soplar fuerte del noroeste con potentes chubascos de lluvia. 

Esto no representaba un gran problema para el Lutine. Incluso en estas circunstancias podía ceñir.

Con mar arbolado, la fragata navega en una zona de bajíos arenosos y de corrientes muy fuertes, pero indudablemente algo no salió como se esperaba…

Aproximadamente a las 11 p.m., en completa oscuridad, el Lutine con considerable velocidad (de 8 a 10 nudos) se dirige hacia las orillas de Terschelling. El barco había navegado mucho más al sur de lo esperado y el viento y la corriente lo arrastraron hacia los peligrosos bancos de arena de la costa holandesa.

Súbitamente, El HMS Lutine encalla y se escora generando gran daño al casco.

Todos a bordo supieron que estaban perdidos…Cuando un barco se hunde no hay donde esconderse.

La gente aterrorizada gritaba rodeada de grandes masas de agua. La tripulación desesperada dispara algunos cañones y lanza las bengalas. 

Desde las islas pueden verse las luces de socorro, pero el barco estaba a 4 millas de la costa y la tormenta imposibilitaba su rescate.

En pocas horas, la rompiente lo destroza y el Lutine naufraga en la poco profunda y poco confiable costa holandesa.

Todos los miembros de la tripulación y los pasajeros, un total de 270 almas, se ahogaron, excepto un miembro de la tripulación.

A la mañana siguiente, cuando el viento calmó, las naves de rescate lo encontraron aferrado exhausto a un resto de la cubierta.

El tesoro del Lutine 

Ni bien pudo recuperarse, el único sobreviviente difundió la noticia de la inmensa riqueza a bordo del Lutine. La carga se estimaba en más de 120 millones de dólares a días de hoy.  

El Capitán Portlock, comandante del escuadrón inglés en Vlieland, escribió el Almirantazgo en Londres:

“Señor, es con un dolor extremo que tengo que decirle el destino melancólico del Barco Lutine de su majestad., la noche del 9.  Por una fuerte ráfaga de viento instantánea del NNW la tripulación, excepto un hombre, que fue salvado del naufragio, pereció …… Él está de tolerablemente recuperado, y relata que el Lutine tenía a bordo una cantidad considerable de dinero … “

Y agregó: “Haré todo lo posible para salvar lo que pueda del naufragio, pero por la situación en la que se encuentra, me temo que poco se recuperará… Solicito enviar un cúter para evitar que los holandeses se hagan del dinero”. 

Unos días después, muchos pescadores decidieron probar suerte y echaron sus redes tratando de capturar parte del tesoro.

A pesar de contar con herramientas primitivas, cómo la fragata había quedado a poca profundidad, tuvieron éxito rescatando 58 lingotes de oro, 99 de plata y 41.697 monedas de plata españolas.  

Pero duro poco, una tormenta agravada por fuertes corrientes hizo que el casco quedara enterrado bajo una gruesa capa de arena.

Dos semanas después, la conclusión oficial fue que el HMS Lutine había naufragado a causa del mal tiempo y, sobre esa base, Lloyd’s pagó una enorme suma de dinero por la carga asegurada y la fragata fue olvidada. 

Entre la arena y mar 

Tan pronto como el barco golpeó contra el fondo del mar, el fondo comenzó a invadirlo, acumulando arena a su alrededor.

Y dada la precariedad de las herramientas para este tipo de rescate, el Lutine quedó en el olvido durante 20 años hasta que, en 1821 los holandeses otorgaron una licencia para su recuperación. Lloyd’s protestó ante el gobierno británico, y finalmente la licencia fue transferida a Londres.

Ese año se emprendieron operaciones de rescate usando campanas de buceo para descender al pecio. Estas operaciones duraron hasta el año 1857 y tuvieron muy poco éxito.  

Una gruesa capa de arena imposibilitó su recuperación. Sólo pudieron conseguir 44 monedas de oro, 64 lingotes de plata y 15.028 monedas de plata.

No obstante, el rescate parecía ser sólo cuestión de tiempo…A partir de 1858 muchos fueron los esfuerzos por recuperar la carga sin éxito. En una de estas búsquedas se logro la recuperación de la campana del Lutine

Durante varios años el pecio recuperó la tranquilidad hasta que en 1911 una empresa dedicada al dragado de puertos usó una potente draga llamada Karimata, para desenterrar el pecio.

Se recuperaron algunos cañones, parte del casco, monedas y lingotes, pero las fortísimas corrientes de la zona y los enormes desplazamientos de arena volvieron a ocultar el pecio.

Incluso los ingenieros tuvieron la idea de derivar el flujo a través de un canal, pero después de interminables problemas fue desestimado.

 Pasaron muchos años y en 1990 una empresa de recuperación de Nueva Zelanda se ha establecido en la zona. Desde entonces, el arqueólogo Ane Duijf ha estado tratando de desentrañar el misterio del naufragio del Lutine.

Una dificultad natural 

Hoy en día, la recuperación no ha sido significativa…y gran parte del tesoro sigue en las profundidades de las peligrosas costas de Holanda. 

¿cuál es la dificultad? En ese lugar, el viento, la marea y las corrientes juegan libremente con todo. 

Después del hundimiento, los restos de la Lutine fueron cubiertos con arena y nada en el Waddenzee mantiene su posición, por lo que el barco se perdió realmente, durante mucho tiempo.  

Investigaciones arqueológicas modernas han demostrado que, unas pocas horas después del que el barco encallara, la parte trasera del casco se rompió y se alejó en dirección sureste y terminó al sur Vlieland, solo y olvidado. 

Y es un hecho que la mayoría de las barras de oro y plata fueron almacenadas como era costumbre en la popa del barco. 

Errar es humano y ocultar es dinero 

Luego que Lloyds pagó por la carga, el caso se cerró. Sin embargo, la historia dista mucho de estar completa. 

En 1997, durante la conmemoración de los 200 años de la tragedia en Terschelling y Vlieland, los organizadores revisaron los registros e hicieron algunos descubrimientos inesperados.

El naufragio no había sido causado sólo por la tormenta, entre las causas debía considerarse también la falla humana.

El barco estaba en perfecto estado, la tripulación tenía mucha experiencia en la zona y un vendaval del noroeste no presentaba un problema para una fragata como la Lutine.  

Teniendo la posición correcta lo lógico era navegar lejos de los complicados bancos de arena, pero la tripulación evidentemente no sabía dónde estaba y el barco se estrelló a toda velocidad. 

El interés cayó entonces sobre lo que el único sobreviviente. Seguramente este testigo habría sido entrevistado en su momento por la corona. 

Sin embargo, su nombre no se encuentra en los registros y tampoco existen documentos de ninguna investigación adicional o corte marcial.  

¿Es posible que la historia de este único sobreviviente señalara alguna negligencia que avergonzara al Almirantazgo y de la cual eran responsables?  

Si este hubiera sido el caso, Lloyd’s se habría negado a pagar el dinero del seguro. 

Recordemos que, el fracaso de un capitán podía deshonrar su nombre para siempre y para la viuda de un capitán deshonrado no había pago. 

Además, estaban los pasajeros ahogados de alto rango. Si el Almirantazgo hubiera sido el culpable, los familiares hubieran exigido compensación por sus pérdidas.

Por quién doblan las campanas… 

En las operaciones de 1858 fue rescatada la campana del Lutine y entregada a la compañía aseguradora Lloyd’s. 

Desde entonces se encuentra en el vestíbulo de su edificio en Londres. Pesa casi 49 kilos y tiene un diámetro de cuarenta y tres centímetros.

Antiguamente la compañía la usaba haciéndola sonar dos veces cuando se tenían noticias de que un buque asegurado había llegado felizmente a puerto y una vez cuando se le consideraba naufragado o desaparecido. 

Esto era para que los aseguradores interesados ​​en el regreso del barco recibieran la noticia al mismo tiempo. 

En la actualidad, toca dos veces si hay un visitante distinguido en Lloyd’s y una vez para conmemorar eventos o aniversarios. 

Lic. Florencia Cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker Náutico

Fuentes:

Peter D. Jeans; Mitos y Leyendas del Mar

Pág. Web norfolktalesmyths.com; Mystery Surrounding HMS Lutine

Pág. Web allaboutshipping.co.uk; HMS Lutine treasure and salvage

Pág. Web Wikipedia.org; HMS Lutine (1799)

Chris Carter;9 de octubre de 1799: HMS Lutine se hunde con una fortuna en lingotes

Pág. Web elbauldejosete.wordpress.com; El tesoro del HMS Lutine

José María Deira; La Campana de La Lloyds

Wikeke Ruiter; El eterno misterio del oro perdido