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La convivencia a bordo

by | Técnica Náutica

La elección de la tripulación de crucero (familia, pareja o amigos) obedece a múltiples razones y una vez soltadas las amarras habrá que arreglárselas con ella.

El espacio reducido del barco nos obliga a mantenernos todo el tiempo muy cerca de los demás.

La vida a bordo se comparte totalmente, pasamos las 24 horas del día con la pareja o los amigos, haga sol o mal tiempo, sea de día o de noche.

En este ámbito es natural que aparezcan conflictos y posturas encontradas.

Para evitar que estos pequeños desencuentros se transformen en verdaderos dramas tendremos que cuidar la convivencia. De ella dependerá que tengamos ganas de repetir la experiencia o que la recordemos como un “infierno”.

Por ello, no está demas repasar algunas reglas útiles que nos ayudarán a disfrutar del exquisito y exclusivo mundo del crucero náutico.

No dejar que el barco nos supere

Este criterio es importante tanto para la convivencia como para la seguridad. Ya que navegar seguros evitará situaciones complicadas que pueden causar discusiones y desacuerdos.  

No se trata de establecer una fórmula que indique la cantidad de kilos/músculos necesarios por tonelada de barco sino, de que sea quienes sean los tripulantes, el número de brazos disponibles permita asumir todas las maniobras con eficacia.

Esto dependerá de la competencia de cada tripulación.  Se ven tripulaciones de dos personas que se arreglan con eficiencia en veleros de 17 metros con mucho trapo; y otras, compuesta por 5 o 6 adultos, tienen dificultades para asumir todas las maniobras de un crucero de 10 metros.

A la hora de juzgar el potencial de la tripulación, el patrón tiene que ser realista y hacer el inventario de lo que puede hacer sólo y de las tareas en las que necesitará ayuda.

Deberá ser objetivo e imaginarse  realizando todas las maniobras, desde la toma de rizos al amarre, pasando por el hombre al agua, y decidir si la tripulación es suficiente y capaz de realizar el crucero planificado.

En este análisis, hay que evitar sobreestimar la participación de unos y otros. Sabemos que en condiciones difíciles, un adulto principiante o un niño tienden a ser una carga adicional más que una ayuda potencial.

Quién Sabe y qué sabe

Si la tripulación está formada por gente que no se conoce, no siempre es fácil discernir los conocimientos de cada uno.

Suele suceder que los que más alardean no son necesariamente los más confiables.

El arte del patrón consistirá en dejar que cada uno actúe según sus conocimientos mientras esto no ponga en riesgo al barco y a la tripulación.

Cuidado entonces, con el tripulante desconocido que parece haberse pasado la vida izando spis con 40 nudos de viento y que proclama conocerse de pe a pa el canal de acceso.

El responsable del barco no puede aceptar nunca perder el control de las maniobras dando vía libre a alguien cuya idoneidad no se ha podido comprobar con antelación.  

Es común observar cómo, una vez desatado el problema, el tripulante que ha cometido el error se escabulle y el patrón debe  asumir sólo el resultado.

Si hay principiantes a bordo, antes de zarpar es conveniente que el patrón explique algunas nociones básicas de seguridad y por ejemplo, cómo es la maniobra de largar amarras y porqué del orden de cada operación.

Durante la navegación podrá contarles  en qué consiste la maniobra de hombre al agua y qué botón hay que pulsar para fijar la posición del GPS. De esta forma se sentirán parte de la tripulación, y podrán ayudar mucho mejor.

Para las maniobras en cubierta, elija cabos de distintos colores que simplificarán mucho las cosas.

Al principiante en lugar de pedirle que file la driza de mayor se le podrá indicar que suelte el cabo rojo.

Respetar los espacios

El espacio en un barco es un bien esencial.  

Por esto, en la medida de lo posible, el tamaño de la tripulación debe ser proporcional a la del barco.

Como regla general no deberían embarcarse más personas que cuchetas a bordo.

En los veleros de 6 a 8 metros el estándar es de cuatro cuchetas. Recién en los 9 metros de eslora se consiguen 6 cuchetas.

Esto suele constituir un problema para las familias de 5 integrantes en veleros de 7 metros donde deben arreglárselas haciendo dormir al grumete del barco encima de las bolsas de las velas o en un colchón colocado directamente en el suelo de la cabina.

La organización se complica .De noche se volverá prácticamente imposible circular por el interior y por la mañana  reacondicionar el barco será trabajoso y largo.  

Esto no es un problema en sí mismo. Algunas familias o grupo de amigos podrán vivirlo con buen humor mientras que otros podrán considerarlo  una limitación insoportable.

Para evitarlo, en la medida de lo posible, se recomienda que cada integrante tenga su propio rincón, por pequeño que sea.

Y si de estar cómodos se trata es aconsejable disminuir el número de personas de forma proporcional a la duración del crucero.

Un barco de previsto para alojar 6 personas sólo conseguirá eficazmente este objetivo durante un período reducido (menos de una semana)

Luego de ese tiempo, falta espacio por todas partes; no hay suficientes lugar para almacenar los víveres ni la ropa, la cocina es demasiado pequeña; y todo ello sin hablar del espacio vital.

Con 5 personas, el barco será mucho más habitable para pasar dos o tres semanas.

Con cuatro estaremos  realmente cómodos  para un largo crucero de verano, y con dos o tres para un viaje prolongado.

Guarda con las guardias

Si navegamos por pocas horas, la organización de guardias no es necesaria. Un sistema de guardias es deseable cuando hay que pasar la noche navegando.

Las guardias permiten que todos descansen y garantiza la presencia activa y constante en cubierta.

Las tripulaciones numerosas harán guardias de 2 en 2; las otras se conformarán con guardias en solitario.

En el crucero familiar, los padres pueden turnarse mientras los niños duermen. Los niños podrán participar junto a uno de los adultos dependiendo de la edad y la motivación.  

 Si hay 2 personas por turnos las guardias podrán ser de 4 horas. Si la guardia es en solitario 3 horas como máximo.

Las referencias de los faros  y señales que deben aparecer se anotarán antes del anochecer, al igual que todas las informaciones que pueden afectar a la persona de guardia.

Para grandes navegaciones que implican varias singladuras consecutivas, las guardias deben organizarse con solidez. Deben respetarse las duraciones para lograr un ritmo de guardia-descanso satisfactorio. Esto evitará que todo el mundo este agotado al cabo de tres días.

Es aconsejable no despertar a la guardia siguiente un cuarto de hora antes de la hora prevista, sino más bien, prepararle algo caliente para darle la bienvenida; y no retrasar las maniobras para que sean los siguientes los que tengan que hacerlas.

Para el bien de todos, también hay que cuidar el descanso de quiénes no están de guardia; hay que evitar conversaciones demasiado altas, las idas y venidas sin sentido entre las cuchetas, e incluso limitar el uso de los molinetes y la circulación por cubierta si no es necesario.

Para pasarlo mejor

Para conservar el buen humor de todos, es muy aconsejable escuchar los deseos de la mayoría.

Los planes pueden elegirse por votación o por grupo, cada día un grupo elige lo que quiere hacer.

Tenemos que estar abiertos y adaptarnos a las decisiones que tome el grupo  y no intentar imponer nuestro criterio, por mucha experiencia que tengamos en el tema.

No insistamos, por ejemplo, en quere izar el spi cuando el resto del grupo prefiere disfrutar ociosamente.Tampoco intentemos mejorar y retocar el trimado que un amigo acaba de hacer.

El barco es un espacio reducido y por ello debemos evitar llenarlo de cosas innecesarias que ocupen espacio y estorben.

No debemos llevarnos todo nuestro armario a cuestas. Sólo lo necesario.

Las manías e intolerancia hay que dejarlas en casa. Colaboremos en todo lo que podamos y organicemos turnos para cocina y limpiar.

Contribuyamos activamente en la colocación de las defensas, en desarmar el chinchorro, en llevar la caña. Son excelentes actitudes que mejoran el clima a bordo.

Evitemos ocupar lavabos y duchas en las horas críticas. Mantengamos un uso racional del agua evitando vaciar los tanques en tiempo record.

Paciencia ante los enojos

En los momentos de enojo la búsqueda de espacio se convierte en algo deseable. Separarse unos metros del otro y obtener un rato de privacidad en la proa puede resultar una válvula de escape necesaria.

Una vez pasado el enfado inicial, lo mejor es que las dos partes adopten una postura dialogante y enfrenten el punto conflictivo, sin trabas, tabúes e incluso con sentido del humor.

En muchos casos la semilla del conflicto es una nimiedad sin la más mínima importancia.

Hay pocas cosas mas reconfortantes que una buena convivencia a bordo. Al término del crucero habremos estrechado lazos y cosechado experiencias y momentos inolvidables.

Lic. Florencia Cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker náutico

Fuentes: Oliver Le Carrer; El crucero Costero y de altura

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