El 29 de junio de 1914, en el puerto chino de Tsingtao, región ocupada por los alemanes, los marineros del crucero germano Emden escuchan por radio la noticia del asesinato del archiduque Franz Ferdinand de Austria en Sarajevo.
Austria y Alemania eran aliados. La guerra con Gran Bretaña, Francia y Rusia era inevitable.
El 31 julio el comandante del Emden, Karl Von Muller alista la nave y se adentra en el Mar Amarillo.
El 4 de agosto Gran Bretaña se declara en guerra y el Emden captura su primera presa, el vapor ruso Ryazan. Ambos buques regresan al puerto de Tsingtao. La I Guerra Mundial había estallado.
Qué tal si…
Durante la noche, entre tragos, juerga y música tras el regreso triunfal del Emden, el capitán Von Müller le propone al Almirante Graf Von Spee, que deje en libertad al Emden para actuar como corsario y atacar a los mercantes enemigos, en el Pacífico Sur y en el Indico, dañando sus líneas de abastecimientos.
Von Spee duda. El barco era demasiado débil para realizar tamaña tarea, debido a sus líneas suaves y ligeras lo llamaban “el Cisne del Este”.
Era pequeño, más lento, con menor autonomía y mucho peor armado que los británicos y en caso de tener que combatir, sólo un milagro evitaría su destrucción.
Pero el almirante confiaba en comandante Karl Von Müller, un marino extraordinariamente hábil y un auténtico caballero al igual que en su primer oficial Helmuth Von Mücke.
Así que, le otorga al Emden libertad como corsario.
“Emden. Destacarse. Buena suerte”.
Escoltados por los vítores de sus compañeros, Von Müller da la orden de virar a barlovento, y el buque comienza a alejarse de la escuadra lentamente.
Desde el puente, el capitán observa con recelo, pero también con orgullo, como las chimeneas de los demás buques se pierden en la distancia. Trataba de convencerse que lo que estaba por ocurrir no era sólo producto una transitoria embriagues del ron.
El Emden
Era un crucero ligero botado en 1908. Desplazaba 3.500 toneladas, estaba armado con 18 cañones, 2 tubos lanzatorpedos y diversas ametralladoras.
Podía alcanzar los 25 nudos -velocidad bastante respetable- gracias a doce calderas de carbón, a las que daban salida tres chimeneas.
Con 128 m de eslora, de gráciles líneas y una tripulación de 361 hombres, tenía un potente aparato de telegrafía, que le permitía calcular fácilmente la posición de los barcos enemigos e interceptar sus comunicaciones.
Un escurridizo corsario
A partir de aquel agosto de 1914, el SMS Emden, se dedicó a atacar cualquier tipo de posición británica que estuviera a su alcance.
Durante semanas acumuló presas, una tras otra. Cazaba especialmente carboneros para asegurarse el suministro.
El trato para con los prisioneros era cortes, educado, y tras hundir un barco, lanzaba lanchas para recoger a los sobrevivientes, a los que atendía el médico de a bordo.
Cumplía escrupulosamente los tratados internacionales.
En los dos barcos que lo acompañaban y servían como carboneros alojaba a los pasajeros o tripulantes de las capturas, luego se acercaba a algún puerto donde podía desembarcarlos o se cruzaban con algún mercante neutral al que poder trasvasarlos.
Pero como estas sucesivas liberaciones revelaban su presencia Von Müller, decide alejarse del Pacífico y dirigirse hacia el subcontinente indio con el objetivo de atacar por sorpresa las instalaciones de Burmah Oil Company en el puerto de Madras (Maldivas).
A pesar de la custodia, el 22 de septiembre, a medianoche, la enorme masa del Emden consigue acercarse hasta la costa, amparados por la oscuridad y por sorpresa, inicia el infierno.
Dispara 125 salvas de los pequeños cañones de 105 milímetros que ocasionan incendios donde mueren 3 civiles.
Con esta acción consigue paralizar el comercio inglés acabando con sus reservas de combustible en la India.
Para el Almirantazgo británico el pequeño crucero se transformó en una cuestión prioritaria, no sólo se trataba de una situación estratégica, sino también de prestigio, y movilizó a todos sus efectivos en la caza del escurridizo corsario.
Pero tal movilización no surtió efecto porque hábilmente el Emden había puesto proa al mar de Arabia y Allí, entre el 25 y 27 de setiembre, interceptó otros 8 vapores más.
Las correrías del Emden continuaron llegando a capturar cerca de 30 buques.
Isla de San Diego y Penang
A fines de septiembre, ponen rumbo a la isla Diego García, una colonia inglesa en el Índico para aprovisionarse y efectuar algunas reparaciones menores.
En estado de alerta, arriban cautelosamente a la paradisíaca isla donde, para su sorpresa, son recibidos por británicos y franceses con grandes muestras de alegría…
¡En Diego García no había radio! Y aún no había llegado la noticia de que Gran Bretaña estaba en guerra con Alemania.
Siguieron sin informarles y tras descansar y ser reabastecidos, partieron saludados por sus enemigos.
Reemprendida la empresa destructora, la semana siguiente capturan 5 naves más.
Tal era su fama que las tripulaciones y los pasajeros capturados, se negaban a desembarcar para seguir la aventura corsaria en el Emden.
Incluso, uno de ellos pidió cargar su motocicleta y una hermosa dama irlandesa pidió que le guardaran en la bodega un enorme piano de cola que llevaba de regalo a su hija en Penang.
Von Müller accede y para desembarazarse de aquel piano decide atacar el puerto de Penang.
El instrumento se había transformado en un verdadero problema. La tripulación todos los días solicitaba que aquella dama tocara hasta altas horas de la noche y la indisciplina estaba empezando a reinar.
Así que, en la madrugada del 28 de octubre, descargaron en el puerto al piano y a su concubina musical.
Allí había fondeadas cuatro naves. El Emden disfrazado como carguero de la British Crown se acerca a ellas con disimulo. Llevaba una cuarta falsa chimenea y los cañones escondidos bajo cajas que simulaban compartimientos de carga.
Cuando las naves rusas y francesas descubrieron su presencia, ya era demasiado tarde: Las llamas las envolvieron llevándose ochenta vidas.
Esta vez, Müller no había podido evitar aquellas víctimas…
El final está cerca…
El 1 de noviembre, muy lejos del enemigo, el capitán declara día festivo en cubierta.
Según las cuentas, llevaban 30 mil millas náuticas recorridas sin una sola baja, tres meses de permanencia en el mar y treinta y tres mil toneladas enemigas hundidas.
A esta altura más de 60 barcos aliados conectados por radio peinaban la zona intentando cazar al SMS Emden.
En la fiesta, el teniente Von Mücke, propone atacar la estación de radio Británica de la Isla de Cocos que servía de enlace entre India y Australia.
Ponen rumbo a la isla y el 8 de noviembre 54 hombres al mando del primer oficial Mücke desembarcan y se dirigen a la estación de radio.
Mientras tanto, el telegrafista de Cocos descubre el crucero en el horizonte y de inmediato envía una alerta que es interceptada por el crucero australiano Sídney: “el Emden está aquí”.
Desde la playa, incendiando la estación, Von Mücke divisa en el horizonte una enorme torre de humo que se acercaba hacia el Emden. Con evidente estupor comprende que se trata de un buque de guerra enemigo.
Los telegrafistas del corsario habían calculado mal la posición del Sídney.
Habían supuesto que estaba a cientos de millas de distancia, pero el barco, mucho mejor armado que el Emden, estaba a solo 96 kilómetros y sorpresivamente se les vino encima…
Von Müller no podía escapar y tuvo que aceptar el desigual combate. A las 09:40 abre fuego contra el enemigo hiriendo su sistema de torpedos. Un gran logro.
El Sídney, consciente de su mayor alcance, vira y se aleja del Emden. Recarga los cañones de 152 mm y se ubican donde las balas del corsario no pueden dañarlo para iniciar la descarga de todo lo que tiene.
El Emden intenta golpearlo, pero no tiene suficiente fuerza.
La respuesta del Sídney es tremenda y contundente. Sus balas atraviesan el barco y los heridos se multiplican.
El Emden maniobra para tratar de esquivar los golpes, fierros torcidos vuelan por los aires mezclados con humo, sangre, y gritos de marineros.
A Las 11:15 una bala alcanza las calderas del corsario que, con graves desperfectos y sin timón, termina rindiéndose.
Von Müller dirige lo que queda del barco hasta un arrecife para evitar su total hundimiento y facilitar la evacuación de la tripulación.
De los 361 tripulantes, 134 mueren en el combate y 44 son heridos, incluido el propio Von Müller.
El Emden se partió en dos y el mar lo fue destrozando con el tiempo…
Odisea de la vuelta a casa
Pero la aventura no termina aquí. Los hombres en tierra al mando de Von Mücke, deciden huir al otro lado de la isla.
Allí, roban una antigua goleta de tres mástiles abandonada, el Ayesha. La reparan en unas horas, embarcan agua, provisiones y escapan.
La pequeña embarcación atraviesa el océano Índico hasta la actual Indonesia. Llegan al puerto de Padang, Sumatra, el 14 de diciembre, después de sortear varias tormentas, con las bombas de achique continuamente en marcha y sin agua suficiente a bordo.
En Padang se ponen en contacto con el cónsul alemán, quien le proporciona un barco a vapor, con el que navegan el Mar Rojo hasta el puerto de Jeddah, en la Península Arábica.
Su idea era recalar en Yemen, que pertenecía en esa época al imperio Otomano. Suponían que una vez en tierra aliada, sería mucho más fácil alcanzar Estambul y de allí regresar a Alemania. Pero las cosas no fueron tan fáciles.
Cuando desembarcaron con la idea de tomar un tren que atravesara Turquía, resultó que el tendido ferroviario no estaba terminado en esa zona.
Pese a que se trataba de aliados, los turcos no podían garantizar su seguridad por mucho tiempo y luego de dos meses deciden abordar otra embarcación hacia el norte con la esperanza de alcanzar aquel dichoso tren.
Finalmente, después de desembarcar en un pequeño puerto pesquero, recorren a pie cientos de kilómetros de desierto.
Tribus nómades los hostigaron durante toda la travesía y hubo varias escaramuzas con los beduinos. Toda esa zona era protectorado británico y tres compañeros resultaron muertos.
Finalmente consiguen llegar a una pequeña estación perdida en medio de la nada, logrando por fin alcanzar el tren que los llevaría hasta Estambul en mayo de 1915 donde son recibidos con honores.
Vino del Rin, después Alemania…
En Estambul, un periodista preguntó a Von Mücke, al verlo llegar, si prefería un poco de vino o darse un baño. Este contestó: “vino del Rin. Después, Alemania”
El 5 de junio. Seis meses y 11.000 Kilómetros después de escapar de la Isla de Cocos, Von Mücke y sus 48 hombres vuelven a su patria como héroes.
Mücke, tras la guerra se convirtió en pacifista, criticó duramente a los nazis y especialmente a Hitler, por lo que estuvo recluido en un campo de concentración entre 1937 y 1939.
Después de la Segunda Guerra Mundial y hasta su muerte en 1957 continuó comprometido con la paz, en contra de la guerra fría que comenzaba a entablarse entre USA y la Unión Soviética
Por su parte Von Müller fue trasladado a Gran Bretaña a un campo de oficiales alemanes prisioneros.
Al final de la guerra fue repatriado. En su país se le concedió la Medalla al Mérito. Murió de malaria en 1923
Florencia Cattaneo
Campo Embarcaciones
Bróker Náutico
Fuentes:
Samuel Roca; SMS Emden, El buque Corsario
Web El mundo.es; Santiago González; Otras naves, otros naufragios: El SMS Emden
José Jazz; La epopeya del Emden
Web Flamenquinesconduria.wordprees.com; La Aventura del SMS Emden y el Motín de Singapur (parte I)
Web labrújulaverde.com; SMS Emden, el crucero corsario alemán de la Primera Guerra Mundial y la increíble odisea de su primer oficial Chris Sams; German Raiders of de First World War. Kaiserliche Marine Cruisers and the epic chases.
Web Antronio.cl; La epopeya del SMS Emden en la primera guerra mundial