En enero de 1852, bajo el mando del capitán Robert Salmond, el Birkenhead zarpa de Portsmouth con tropas de diez regimientos distintos para apaciguar las revueltas de las tribus sudafricanas.
El buque era uno de los primeros barcos de la Royal Navy construidos con casco de hierro y propulsada por velas y ruedas de paletas. Por aquel entonces, era utilizado para el transporte de tropas.
El 5 de enero se detiene en queenstown (ahora Cobh) y allí abordan más soldados junto con sus esposas e hijos.
Retoma camino a Ciudad del Cabo y el 23 de febrero atraca brevemente en Simonstown, ya muy cerca de su destino final. La mayoría de las mujeres y los niños desembarcan.
Allí fueron cargados nueve caballos de caballería, varios fardos de heno y 35 toneladas de carbón.
El 25 de febrero a las 6 am se inicia la última etapa de la travesía hacia la bahía de Algoa.
El Birkenhead llevaba a bordo 490 soldados, 7 de sus esposas y 13 niños, junto a una tripulación de 128 personas.
El capitán Salmond, había recibido la orden de llegar a la bahía lo más rápido posible. Con ese objetivo, decide bordear la costa de Sudáfrica y establece el curso a tres millas de la costa. Usando las ruedas de paletas la velocidad se mantenía constante en 8,5 nudos.
La noche era clara y el mar estaba calmo.
Con calma no se ve…
Poco antes de las 2 am del 26 de febrero, se realiza un sondeo: 12 brazas de profundidad (22 m) y justo cuando se disponían a tomar segundo sondeo, se produce un tremendo impacto en las ruedas de paletas.
El Birkenhead había golpeado con una roca y la fuerza del choque era tal que corta el casco desgarrando el compartimiento entre la sala de máquinas y la bodega de proa.
El capitán Salmond se precipita a cubierta y ordena dar marcha atrás.
Pero, cuando el barco se aparta de la roca, el mar entra a raudales por el gran agujero hecho por la colisión e inunda el compartimiento de la cubierta inferior de proa.
Unos cien soldados mueren ahogados en sus hamacas mientras duermen.
Minutos después, el barco golpea de nuevo bajo la sala de máquinas y desgarra su sentina. Con este segundo golpe dos de los grandes compartimientos estancos quedan inundados.
La inoportuna y desconocida roca se encontraba cerca de Danger Point a unos 140 kilometros de Ciudad del Cabo. Apenas sumergida, es claramente visible cuando el mar está agitado pero pasa desapercibida en condiciones tranquilas.
Orden y disciplina
Todos los hombres que pudieron, se reunieron en cubierta y esperaron las órdenes de sus oficiales.
Algunos de los soldados estaban descalzos y sólo vestidos con sus ropas de noche. Muchos se lesionaron abriéndose camino desde las zonas inundadas.
El teniente coronel Seton de los de los Fusileros de Royal Highland se hizo cargo de todo el personal militar. De inmediato llamó a sus oficiales e hizo hincapié en la importancia de mantener el orden y la disciplina.
El capitán Salmond a su vez ordenó al Coronel Seton que enviará hombres para hacer funcionar las bombas, sesenta fueron dirigidos a esta tarea y sesenta más fueron asignados a los aparejos de los botes salvavidas.
El resto se ubicó en la cubierta de popa con el fin de intentar elevar la proa de la nave.
Casi todo el mundo se mantuvo en silencio, sólo se escuchaban las patadas de los caballos y las firmes órdenes de Salmond.
El capitán dispuso evacuar a las 7 mujeres y a los 13 niños en el primer bote salvavidas. Este y otro bote con 30 hombres fueron arrojados al mar.
Y eso fue todo… Había 2 grandes botes más con capacidad para 150 hombres pero uno de ellos se inundó de inmediato y el otro se había atascado. Su equipo de reducción no funciona porque una gruesa capa de pintura obstruía el mecanismo.
Soltaron los caballos y los arrojaron al mar. Tiraron bengalas en busca de auxilio pero no había nadie cerca…
Obediencia y valor
El lugar se había llenado de tiburones.
Desde el mar llegaban gritos escalofriantes de los hombres que habían caido y eran atacados
Viendo que todo estaba perdido, Robert Salmond dijo a sus hombres “Sálvense quien pueda. Todo aquel que pueda nadar salte de barco y únase a los botes salvavidas. Esa es su única salvación”.
El teniente coronel Seton quedo sorprendido por la orden debido a que los dos botes salvavidas ya superaban la cantidad de personas permitas y no soportarían el peso de mas gente.
Entonces, Seton levanto su mano y grito “ Van a hundir el bote de las mujeres y los niños, les imploro que no lo hagan, y les pido que todos permanezcan en su lugar”.
Sólo tres de los hombres desobedecieron. Ninguno de los restantes 200 que quedaban en cubierta se movió.
Luego de estas palabras el Birkenhead se partió. La proa se hundió lentamente en el agua mientras que la popa se alzo para luego hundirse completamente.
Festin para tiburones
El Birkenhead se hundió 25 minutos después de haber chocado contra las rocas. Sólo el mástil se mantuvo por encima del agua. Cerca de Cincuenta soldados se aferraron a él.
El mar se llenó de soldados desesperados buscando cualquier resto del naufragio que les permita mantenerse a flote.
Mas de 60 hombres pudieron nadar las 2 millas que los separaban de la costa, pero la mayoría a bordo del Birkenhead no sabía nadar, incluyendo a Alexander Seton que se ahogó.
Otros tantos fueron atacados por grandes tiburones blancos.
Principalmente aquellos que no estaban vestidos. Sobre la superficie del agua, cubierta de sangre, flotaban los casi irreconocibles restos de aquellas almas.
El capitán Salmond murió mientra nadaba aplastado por una pieza del barco que cayo sobre su cabeza.
Muchos de los que nadaron a la orilla lo hicieron durante 5 horas y cuando llegaron, la costa estaba tan rocosa y el oleaje era tan grande que murieron a pocos metros de tocar tierra.
Rescatados por la Leona
A la mañana siguiente, la goleta Leona descubrió a los dos botes salvavidas y luego de rescatar a sus ocupantes se dirige a la escena del desastre.
Esa tarde, encontró 40 personas aferradas a los aparejos del Birkenhead.
De las 638 personas a bordo, solamente 193 se salvaron.
De los caballos tirados al mar, ocho llegaron seguros a tierra, mientras que el noveno tenía su pierna rota y murió en el mar.
Un ejemplo a imitar
El 8 de mayo de 1852 en Portsmouth se llevó a cabo el juicio por el hundimiento del Birkenhead. Este acontecimiento atrajo gran interés en el público. Cómo ninguno de los oficiales navales de alto rango habían sobrevivido, la corte no encontró culpables.
El capitán Edward Wright del regimiento Argyllshire declaró:
“ Cada hombre hizo lo que se le ordeno y no hubo ni un llanto, ni un murmuro entre ellos hasta que la embarcación se hundió completamente”.
En 1895, se erigió el faro de Danger Point como punto de aviso del arrecife peligroso cerca de Gansbaai. Una placa en memoria de las victimas del Birkenhead está pegada en su base, y apunta a la roca donde se hundió el barco.
El comportamiento valiente de los soldados del Birkenhead trasendió como un ejemplo a imitar en circunstancias desesperadas, en 1893 Rudyard Kipling les rinde homenaje y escribe:
“Mantenerse firme durante la instrucción del Birkenhead es un desafío más que difícil, pero los infantes de marina de Su Majestad lo han logrado, ¡Soldados y marineros también!
Federico Guillermo IV de Prusia reconoció la valentía de los soldados y ordenó una versión de los hechos para ser leídos en cada uno de los regimientos de su ejército.
El hundimiento del Birkenhead es la primera evacuación de desastre marítimo durante el cual se dio prioridad a las mujeres y los niños. “Las mujeres y los niños primero”, posteriormente se convirtió en el procedimiento estándar de evacuación.
¿Había oro?
Existe un rumor persistente de que el Birkenhead transportaba una nómina militar de 240.000 £ en monedas de oro que pesa alrededor de tres toneladas. Este oro se habría guardado en secreto antes de su último viaje.
Se han hecho numerosos intentos para rescatarlo.
En 1893, el sobrino del Coronel Seton obtuvo un permiso para bucear el naufragio del Birkenhead pero, no encontró tesoro alguno.
En junio de 1958 se hizo otro intento de salvamento por parte de un buceador reconocido de Ciudad del Cabo quien logró recuperar anclas y algunos accesorios de latón, pero del oro nada…
Entre 1986 y 1988, La empresa Pentow marina realizo una excavación arqueológica y de rescate. Se recuperaron sólo unas pocas monedas de oro, que al parecer habrían sido efectos personales de los pasajeros y la tripulación.
El rumor del tesoro y la poca profundidad de los restos (sólo 20 metros) han provocado que el naufragio sea perturbado en forma persistente a pesar de ser una tumba de guerra.
En 1989, los gobiernos británicos y sudáfricanos acordaron compartir el oro que aún no se ha encontrado.
Lic. Florencia Cattaneo
Campo Embarcaciones
Bróker Náutico
Fuentes:
Peter D Jeans; Mitos y Leyendas del mar; HMS Birkenhead.
Web Wikipedia; HMS Birkenhead (1845).
Ben Johnson; Las Mujeres y los niños primero.
Web historic-uk; Culture UK; women-children-first.
Web la reserva.com; Ataque masivo de tiburones al navío británico Birkenhead.
Web webmar; Marmer; Las mujeres y los niños primeros.