Si no visualiza correctamente este mail, haga

A la hora de enfrentar un temporal la batalla no se decide únicamente en el timón. Muchos accidentes y catástrofes se desencadenan por cuestiones que parecen de segundo orden.  

 

 

 

Descansar es una obligación

 

“Una vez terminada la regata, comprobé el rumbo sobre la carta, hallé que había cometido un error de 10 millas al dibujar la distancia navegada. Aquel estúpido error se debió sin duda al cansancio- El patrón de un pequeño yate de regatas, tiene que llevar la derrota y participar de todas las faenas marineras y guardias de caña, y yo había estado falto de sueño durante los 12 días-“

 

Cuando empieza el  temporal y la cosa se pone interesante es natural que todos quieran participar. Todos quieren ayudar. La expectativa aumenta y  todos quieren vivenciar lo que está sucediendo.

 

Cuesta entonces mantenerse al margen y dejar hacer a quien está de guardia. En las primeras fases del temporal  la tripulación está muy activa pero luego de 10 o 15 hs en el cockpit todos se encuentran agotados y solo queda soledad.

 

Las guardias han de estar organizadas. La principal obligación de un tripulante es estar en forma a la hora de realizar su guardia. Dormir lo suficiente no debe dejarse al azar es una responsabilidad muy seria.

 

Con mal tiempo dormir en una cucheta danzante no es nada fácil. El cuerpo no debe rolar y para evitarlo se puede acuñar la colchoneta con mantas arrolladas, defensas o bolsas de velas (ver figura).

 

 

También ayuda acostarse boca abajo, flexionar una rodilla hacia la axila y apoyarse hacia la antiescora . Los hombros y la pelvis se mantienen estables y el cuerpo no rueda. Sólo basta probarlo para comprobar su eficacia.(ver figura)

 

 

 

El tiempo de descanso es corto y deberá aprovecharse al máximo por ello es aconsejable acurrucarse en un espacio calentito. Para ello lo ideal es meterse con poca ropa en una bolsa de dormir.

 

 

Hay que desechar aquellas bolsas estrechas para alpinistas, el saco tiene que ser lo suficientemente amplio para permitir flexionar la pierna tal como se describió más arriba.

 

 

 

Afuera mojados,  adentro secos

 

“En cubierta la escena era turbulenta , y abajo reinaba el desorden producido por cuatro tripulantes hacinados en un espacio reducido – Ropas de agua mojadas, colillas y cerillas gastadas- “

 

El ponerse o quitarse el traje de agua puede ser incómodo, No obstante,  ni bien se termina la guardia debería obligarse a todos a sacarse el traje para mantener el interior lo más seco posible. Mientras se pueda deberá mantenerse y respetar “la esclusa antiagua”. La esclusa será el lugar interior más próximo a la escotilla donde se dejarán las cosas mojadas antes de entrar al salón. Al otro lado de la escotilla se prohibirá el uso de traje de agua y de ropa mojada. Esto se respetará mientras se pueda hay situaciones en que la tripulación está tan cansada, que no hay persona dispuesta a seguir el reglamento.

 

 

 

Al fondo a la derecha

 

“La parte de sotavento de la bañera es particularmente peligrosa, y aquellos que suben para vaciar un cubo de desperdicios, o con prisa para no vomitar en la cabina, olvidan sus cinturones de seguridad  y se exponen a una caída”

 

Aunque no haya estadística al respecto, se puede tomar como cierto que el mayor número de accidentes al ir al baño “de cubierta”. Por eso todo el mundo debería acostumbrarse a usar el baño de interior. Además debería usarse de sentado. En este caso la seguridad bien vale la incomodidad

 

En caso de mareo también debería recurrirse al escusado. Es cierto que adentro de la coctelera el tripulante se sentirá peor pero una vez pasado el mal trago llega el alivio.

 

 

 

Me siento un poquito mal

 

Con mal tiempo más de uno que resultó a prueba de mareo puede volverse paliducho

 

Los casos menos graves pueden hacer guardia. Al timón el mareo de soporta mejor. Pero ojo no se debe ver al timón como el lugar de los convalecientes durante el temporal. Timoneará sólo y únicamente quién pueda concentrarse lo necesario y tenga la suficiente fuerza para conducir la nave.

 

De no ser así, se atravesará el malestar como vigía o cazando escotas.

 

Quiénes se encuentren bien no deberán permanecer en cubierta porque allí no encontraran descanso y permanecer descansado es la primera obligación de la tripulación. Los primeros síntomas de mareo se sobrellevan mejor durmiendo.

 

Habrá que evitar leer o mirar las cartas de navegación aunque si esto es imprescindible, puede probarse haciéndolo con un solo ojo como la tradición indica.

 

Los casos serios deberán ser relevados de la guardia. Habrá de enviarlos a la cama y dejarles un balde a un costado. Según las antiguas y rudas leyes del mar a los mareados se los ataba a la cucheta. Creemos que esto es una exageración que destruiría la última porción de voluntad que les queda a estos dignos de lástima.

 

 

 

Estómago lleno corazón contento

 

“El temporal se presentó entonces con un violento chubasco que hizo escorar el yate hasta meter la borda en el agua. Preparar la cena a base de sopa y huevo resultó una pesada tarea. El yate navegaba muy escorado, ciñendo al máximo entre nubes de espuma. Todo el buque retemblaba , los cacharos de cocina protestaban estrepitosamente y la tetera era arrojada del cardan situado sobre la estufa”

 

Es una bendición si alguien se ocupa de hacer comidas sencillas y calientes como ser las sopas de sobre con pan y galletitas, un café liviano o un té.

 

Son también buenos para mantener el ánimo el chocolate, la leche condensada, los frutos secos, el turrón y las barras de cereal. Es licito también recurrir a bebidas energizantes tan de modas hoy.

 

La cocina es peligrosa durante el temporal. Se han ocasionado muchas quemaduras al despedirse un jarro de líquido hirviendo sobre las piernas.

 

 

 

Arriba el ánimo

 

“Estábamos absolutamente en manos del destino, y mientras yacíamos en las literas medio amodorrados, nos sentíamos muy deprimidos. Las dificultades no impresionaron aparentemente a mi mujer, que las había tomado con calma y sin quejarse, pero años después me confesó que durante las semanas siguientes había sufrido pesadillas de olas enormes.”

 

Cada uno a bordo deberá ser consciente de las tensiones a las que se ven sometidos los diferentes temperamentos. El  temporal es para el navegante aficionado una situación extrema para la que le falta reflejo. Cada uno procura pasarlo a su manera. Aceptar la realidad y reprimir los cuadros de horror, a unos les cuesta más y a otros menos.

 

La influencia de cada uno en el grupo tiene una gran importancia. Sentir que a los demás les pasa lo mismo tranquiliza. Por esta razón una palabra sincera, franca y comedida es muy importante.

 

Tanto permanecer eufórico como estar notablemente deprimido es igual de peligroso.

 

 

 

Hay alguien ahí?

 

“La ola cayó sobre nosotros. Betty que había sido arrojada fuera de su litera se aplastó la nariz y sangraba de mala manera. Como no éramos capaces de detener la hemorragia, lancé un mensaje de socorro, no logre respuesta alguna así que repetí periódicamente la llamada durante hora y media. Por fin un yate italiano contestó y se ofreció para retransmitir el mensaje. Entonces las cosas estaban ya bajo control. No obstante, les transmití que deseábamos que un barco se mantuviese en contacto con nosotros y que necesitaríamos asistencia médica al llegar”

 

En la mayoría de los veleros, la radio suele ir apagada o muy bajita, cuando se está durmiendo en el salón. Esto es comprensible, pero peligroso, porque será inexistente el contacto con el mundo exterior. Todos los avisos de temporal se pierden y no es posible prestar ayuda a posibles llamadas de socorro. Por otra parte también es bueno saber quién anda por la zona.

 

De alguna manera ayuda no saberse solo, y estar luchando igual que otros. Por esta razón no está de más llamar a los vecinos por el canal 16 y una vez establecido el contacto acordar un canal de comunicación para intercambiar experiencias y tácticas, sabiendo además que en caso de necesidad se puede pedir ayuda.

 

 

 

Donde estamos?

 

“Con el movimiento era casi imposible conciliar el sueño. Sentíamos también una ligera inquietud por nuestra posición, pues habíamos navegado más de 300 millas sin ver tierra.”

 

Trabajar en la mesa de cartas durante el temporal es incómodo, y como de todas formas el trabajo no puede ser muy exacto, se le suele desatender.

 

Esto es un error.  Para prestar  o pedir ayuda es necesario conocer con exactitud la propia situación. Por término general después de cada cambio de guardia se deberá anotar la posición en la carta.

 

Por otro lado, además de la navegación, la evolución del clima es importante. Hay que tomar nota de los partes oficiales y seguir lo mejor posible los movimientos de temporal.

 

 

 

Póngase el Cinturón

 

“El clase A “Djinn” resultó acostado hasta quedar con los palos horizontales. Seis hombres fueron arrojados al agua desde la bañera, pero pudieron regresar a bordo con ayuda de los cinturones de seguridad. De igual manera el “Royano perdió y recobró un hombre gracias a su cinturón”

 

Naturalmente se llevarán puestos el arnés y el chaleco enganchados a las líneas de vida. Caerse al agua es el único peligro siempre presente en un temporal. El tema de engancharse tiene sus pros y sus contras. Puede suceder que algunos tripulantes al intentar desengancharse se enrieden y caigan por la borda. Se tratará entonces de encontrar los lugares más adecuados donde engancharse.

 

Ideal es el cinturón para el timonel con la posibilidad de poder engancharse lateralmente.

 

 

Seguros y cubiertos  en cubierta.

 

 

“Para las 17.00 el gobierno del yate se había hecho extraordinariamente difícil y la guardia de cubierta corría peligro. Como una medida más de seguridad, complementaria a los cinturones y cabos salvavidas, cruzamos completamente la bañera con andariveles, a fin de tener allí asidero con cualquier movimientos”

 

La férrea recomendación deberá ser: nadie sale del cockpit sin razón imperiosa, sin avisar, sin engancharse y sin ser observado. Quien tenga que ir a proa se asegura en la línea de vida. A proa se va por el pasillo de barlovento, allí se gatea agarrado al pasamanos y al guardamancebo. Si se está enganchado a la línea de vida, hay que cambiar de lugar de enganche al llegar al lugar de trabajo, pie de palo o botavara ya que no dará la altura. Al cambiar de enganche hay que estar especialmente seguro para evitar lo peor.

 

Desde el cockpit se supervisa el trabajo sobre cubierta. Si aparece una montaña de agua con pinta para arrollar la cubierta, se avisa al tripulante de proa por medio de una bocina de niebla o silbato. Gritar no tiene sentido, no llega oírse con tanto ruido periférico.  El que está en proa deberá abrazarse con fuerza a algo sólido. Podrá ser el palo, un obenque, el púlpito de proa un candelero o el guardamancebo. Pasar un brazo y cerrar el eslabón con la otra mano en la muñeca sirve para soportar algunas toneladas.

 

 

 

De día miedo de noche pavor  

 

“Como estaba previsto la noche resultó mala, una lluvia muy intensa la hacía excepcionalmente oscura. La única luz procedía de las fosforescentes cabelleras de las olas, que ahora rompían en todas direcciones.”

 

Durante la noche todo es más difícil. Todos deberían tener claro que una caída al mar equivale a estar perdido. No ir enganchado significa peligro. Así de clara ha de verse la situación.

 

El manejo de luces y linternas ha de ser igualmente estricto. Nada de alumbrar a los tripulantes de guardia. Ellos son los encargados de saber en qué dirección viene la espuma de las rompientes, una linterna descuidada o encender la luz en la mesa de cartas impide durante minutos la visión nocturna.

 

Generalmente las noches de temporal son completamente negras. El timonel sólo puede orientarse a partir de los instrumentos. El compás y la veleta son sus ayudas de orientación principales. Iluminar con un reflector el mar no tiene sentido. El haz de luz es demasiado estrecho como para reconocer individualmente las olas. En el último momento se escucha el rugido de  a rompiente. Justo a tiempo como para poder orientar la popa del barco.

 

Si alguien tuviera que ir a proa de noche es mejor pensarlo dos veces. Es peligroso. Con demasiada facilidad una ola puede barrernos y hacernos colgar de un cabo o de la línea de vida. Quién tenga que ir a proa además de llegar su chaleco salvavidas, debe meter una linterna en el bolsillo. En caso de irse al agua puede hacer señales cuando esté en la cresta de la ola.

 

 

Lic. Florencia Cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker Náutico