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Es el elemento que acompaña a toda embarcación.

Aunque su origen se pierde en el tiempo, podemos afirmar que es casi tan antigua como la navegación misma.

Se cree que fue inventada por los chinos aproximadamente 3.000 años A.C.

Aquellas anclas no se parecían en nada  a las actuales.

En muchos casos se trataba de canastos primitivos con piedras chicas o de bolsas de arena con suficiente peso.

Se ataban al casco mediante cabos y se  evitaba el desplazamiento de la nave por la fricción contra el fondo.

En la isla de Sicilia se encontraron las primeras anclas de piedra con un orificio para poder atarlas.

A pesar de su evolución, siguen siendo pesadas, toscas e incómodas. Y como Su función es fundamental y el ancla no pudo ser reemplazada por nada más práctico.

Con el correr del tiempo se convirtió en el símbolo por excelencia de la marinería. La vemos en las marinas, en los clubes, las gorras y las remeras.

Siempre recurrimos a ella como imagen del mar y hay quiénes dicen que se transformó en símbolo porque es un elemento común a toda embarcación.

Sin embargo, existe otra explicación más emotiva. Hernán Álvarez Forn, en su clásico Nauticomio, dice:  

“El ancla es la única parte del barco que sólo es útil cuando casualmente no está a bordo, cuando está en tierra, en el fondo. Es el nexo críptico y quizá subconsciente del navegante con la tierra firme. Es el cordón umbilical que se restablece, el que ampara el descanso, el que salva del temporal, el que permite irse a dormir tranquilo en la panza de su casco.”

“Eso de que el marino le gusta navegar y exponerse es una fachada; en verdad lo que quiere es probar un poco como se vive allá afuera, sabiendo que su viaje no es eterno, sino todo lo contrario, que es finito y que va a volver a conectarse con la tierra con su ancla al final de su cruce. De allí el símbolo.”

El mejor nexo

Si a bordo el ancla es nuestro nexo con la tierra, lo mejor será no regatear a la hora de comprar el equipo que nos dará amparo y tranquilidad  

Lo recomendable es tener dos buenas anclas, de formas distintas, que nos permitirá adaptarnos a las diferentes circunstancias.

Pero… ¿Cuál elegir?

La elección debe realizarse de acuerdo al  lecho marino sobre el cuál se navegará.

La tradicional ancla de cepo, es el ancla clásicaevolucionó a partir del primitivo modelo utilizado en el mundo antiguo.Es útil cuando se navega en  zonas con fondos rocosos y duros de arcilla y arena.

Debido a que se hunde en el fondo por medio de una única uña, su agarre depende de su propio peso y del peso de la roca en la que se engancha.

Puede garrear en arena suelta y su rendimiento es inferior en fondo de limo o barro

Por su tamaño y peso resulta difícil de estibar. Esto la hace inadecuada para barco de esloras menores a 30 pies pero, resulta imprescindible en barcos de dimensiones mayores (goleta y ketch).

Otro de sus inconvenientes es que se debe fondear con precaución para que la cadena no se enrede en el cepo y pierda su eficiencia.

Se la utiliza preferentemente como ancla de respeto o para fondear en condiciones rigurosas, siendo la única que agarra en fondo de algas.

El ancla danforth, es un diseño norteamericano, se agarra bien en el fango, la arena y el limo pero no es fiable en fondos de piedras,  rocas o algas.

Es compacta y fácil de estibar.

Esas virtudes la han convertido en el tipo más adecuado para la zona del Delta.

Su desventaja es que cuando garrea lo hace de golpe y si el barco toma arrancada es difícil que agarre nuevamente.

El ancla de arado, fue diseñada en 1933 para los hidroaviones de la Royal Navy. Por sus prestaciones fue adoptada por el yachting

Es una buena opción para navegar en casi  todos los sitios, está diseñada para cavar debajo de arena, fango, algas y conchillas. 

Tiene un excelente agarre en fondo de arena y arcilla, pero es menos eficaz en fondos blandos de limo. 

Es adecuada para barcos de eslora superior a 26 pies. Es relativamente fácil engancharla en el escobén, pero es difícil o imposible de estibar en la caja de ancla por su altura.

La caña curvada y con bisagra hace que el ancla muerda en todas las condiciones. Pero, tiene el inconveniente de que a menudo le lleva tiempo afirmarse. Cuando garrea, lo hace con suavidad y de manera uniforme hasta que encuentra un punto de apoyo a su medida.

El ancla bruce, es una especie de ancla “de arado” más moderna.

Fue creada en 1972 por Peter Bruce, pensada para trabajos mar adentro (plataformas semi sumergibles de perforación petrolera y dragado)

Este diseño pronto fue adoptado por el yachting, ya que es un ancla de gran performance aunque es difícil de estibar. 

Sus uñas semi-circulares se entierran profundamente en la arena o el fango. Es liviana y con gran poder de agarre aunque puede garrear en fondos rocosos.

 En el Río de la Plata se comenzó a utilizar muy recientemente.

El Rezón. También conocido como “grampín”, es un ancla para embarcaciones pequeñas tales como gomones, canoas y botes. 

Tiene cuatro uñas plegables, sin cepo, y es muy fácil de estibar.

También se lo utiliza para rastrear el fondo.

¿Qué peso debe tener?

Según Hernán Álvarez Forn, “En el cálculo del peso y del tamaño del ancla correspondiente a un velero determinado interviene el tonelaje del barco, su posible resistencia al viento y la edad del capitán…”

“Porque en la maniobra de fondeo se debe levantar el ancla de donde esta estibada, se la debe colgar del escoben sin dañar la cubierta o la amura, se la debe dejar deslizar para fondear y se la debe poder recuperar y realizar la maniobra inversa, de nuevo hasta su lugar de estiba, sin que salten los discos de la columna vertebral del capitán “

Lo cierto es que si bien se consiguieron notables avances en el diseño, nada pudo encontrarse para sustituir su peso. 

En consecuencia y de forma general, el ancla principal debe pesar ½ kilo x cada pie de eslora y el ancla menor un 20% menos. 

Cabo o cadena?

La respuesta depende del uso y el plan de navegación. 

El crucerista de altura equipado con un potente molinete eléctrico será partidario del “todo cadena”, que ofrece máxima tranquilidad en todas las circunstancias: mucho peso abajo logra mayor amortiguamiento de la tracción y mayor tolerancia a los cambios de orientación del viento.

Pero, con un barco ligero y un programa de navegación más modesto, la cuestión se plantea de otra forma.   

Tengamos en cuenta que un ancla grande y todo el montón de cadena alcanzan rápidamente los 200 kilos.  

En este caso, un fondeo mixto será lo más indicado. Se formará con 8 metros de cadena y un cabo de al menos 50 metros preferentemente multitrenzado de poliamida o poliéster.

Estos cabos son ligeros, resistentes y  relativamente fáciles de empalmar

Este fondeo básico responderá  eficazmente a la mayoría de situaciones normales en nuestras costas.

Y si lo quiero más liviano?

Para disponer de un fondeo aún más suave para la espalda y las manos del tripulante de proa, queda la solución simple y pura de suprimir la cadena.

Esto tiene sus inconvenientes.

Sin el lastre de la cadena, el cabo tirará directamente del ancla, con un ángulo más abierto respecto del fondo y por tanto menos favorable al agarre.

Está opción es válida para fondear unas horas con buen tiempo y con  mucho sitio alrededor para poder fondear muy largo. Porque, cuanto más largo es el fondeo, más cerrado es el ángulo de tracción, y por tanto más elevada la resistencia.

Otra opción más eficaz aún, es la utilización de las recientes gamas de anclas ligeras, tipo Fortress o FOB Light. Fabricadas en aluminio. Estas anclas planas basculantes parten del principio de que la forma y la superficie de apoyo son más determinantes que el peso para la penetración en el fondo.

Los resultados son realmente asombrosos cuando logran agarrar correctamente.

Este ancla peso pluma es capaz de aguantar sin chistar un buen barco con viento fresco

Este milagro tiene, sin embargo, sus limitaciones. Primero, en relación con los fondos: imbatible en arena, tiene problemas para agarrarse en fondos menos homogéneos y se muestra frágil cuando hay rocas.

Además, la maniobra requiere cierta atención. Al ser el ancla tan ligera, no tiene ninguna posibilidad de agarrar si no se la “clava” cuidadosamente, bien presentada y tirando de ella cuando hace falta. A menudo es necesario repetir varias veces la operación.

Lic. Florencia Cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker Náutico

Fuentes: Manual de Vela; Editorial Paidotribo

Oliver Le Carrer; El crucero costero y de Altura

Hernán Álvarez Forn; El Nauticomio