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La locura de Fulton

by | Relatos de Navegantes

 “Al fin llegó el día de la prueba. Invité a muchos amigos para que fuerantestigos de mi triunfo. Algunos vinieron por cortesía, estaban aterrados ante la perspectiva de tener que compartir mi fracaso en lugar de mi gloria. Yo también tenía razones para dudar de mi éxito.

La máquina era nueva, mal hecha y construida por mecánicos sin experiencia.

Esto decía Robert Fulton en del Dique Hudson, el 12 de setiembre de 1807 ante el viaje inaugural del  “Clermont”. 

Este buque había sido construido en Nueva York .Desplazaba 180 toneladas, tenía 40 metros de eslora y cómo gran innovación presentaba  una máquina de vapor, con una chimenea de 9 metros de altura. En la mitad de cada banda había una gran rueda de paletas.

Nadie creía que semejante máquina monstruosa a vapor podría ser capaz de realizar el viaje de Nueva York a Albany, sobre el Río Hudson, cubriendo 460 kilómetros, ida y vuelta, sin ningún accidente mecánico.

El público de Nueva York llamaba al Clermont: “La Locura de Fulton”.

La sombra de la duda siempre lo había seguido. El ingeniero describía con amargura la indiferencia de sus compatriotas ante sus esfuerzos.

“Todos los días tenía la oportunidad de recorrer el astillero que construía mi barco. Me daba el gusto, a menudo, de aproximarse anónimamente a grupos de forasteros que se congregaban a especular sobre el nuevo artefacto. Por lo general se referían a él con desprecio. “¡cuántas carcajadas a costa mía! ¡Qué de cálculos sobre las pérdidas y los gastos que ocasionaba!”

Pero ahora,  sonaba la señal y el “Clermont” debía ponerse en movimiento.

La sorpresa y el miedo se extendieron  entre los  tripulantes y expectadores. La apariencia del barco era extraña, parecía un monstruo inmenso, vomitando fuego y humo por su garganta, golpeando el agua con sus aletas y haciendo al río templar con su rugido.

Algunos navegantes del Hudson se arrojaron sobre la cubierta de sus navíos, mientras que otros tomaron sus botes y huyeron a la costa, dejando a sus barcos flotando a la deriva.

El terror no lo sintieron sólo los navegantes. Las personas que paseaban por las orillas se agolpaban para observar al “Clermont” cuando pasaba.

El barco marchó poco tiempo y se detuvo. Era imposible hacerlo avanzar. Hubo un profundo silencio sucedido por murmullos y cuchicheos: “Te dije que esto pasaría”.

Fulton les rogó que permanecieran tranquilos y les pidió media hora. A pesar del temor tuvieron piedad y le concedieron ese respiro. Bajó al interior del barco, inspeccionó la máquina y solucionó el problema (una pieza mal ajustada).

Luego el barco se puso nuevamente en movimiento. Todo el mundo seguía incrédulo.

Fulton describe: “Dejamos la ciudad de Nueva York, atravesamos las tierras altas, descubrimos las casas de Albany y exitosamente tocamos la orilla. Y aún entonces, estaba visto que sería víctima de la decepción. “

“La incredulidad no se doblegaba ante los hechos:

Se dudaba si la experiencia podía repetirse o si realmente había tenido éxito”

Se cuenta que aquella jornada para el regreso a Nueva York, apenas se presentó un pasajero, un francés llamado Andrieux. Este al subir a bordo para pagar su pasaje, halló Fulton escribiendo sólo en la cabina.

El pasajero le entregó el importe del pasaje. Pero Fulton permanecía silencioso e inmóvil.  El pasajero temiendo haberlo ofendido le dijo: “¿No era esto lo que usted quería?”

Fulton tenía los ojos llenos de lágrimas:”Perdóneme-murmuró-, estaba pensando que estos seis dólares son el primer pago que recibo por mis largos trabajos. Quisiera-agregó – tomando la mano del pasajero-consagrar este momento compartiendo con usted una botella de vino, pero soy demasiado pobre”

Ese día nacía “oficialmente” la navegación a vapor y el paciente inventor norteamericano, sin saberlo aún, ganaba todos los laureles.

La locura no sólo era de Fulton

En 1707, 100 años antes del viaje inaugural del  “Clermont”,  Dionisio Papín construyó en  un barco de paletas movido por la fuerza del vapor.

Este barco realizó la travesía desde Kassel, a orillas del Fulda, hasta Londres.

Pero, poco después fue destruido intencionalmente por quiénes en ese entonces temían que la nueva técnica desplazara a los navíos de vela.

Papín podría haber sido con todo derecho el creador del barco a vapor.

La destrucción de este barco marca el comienzo de  la agonía de la navegación por agentes externos y la alborada de la autopropulsión.

Cuidemos la costa…

En 1788, 19 años antes de la construcción del Clermont, el escocés Wylliam Symington construyó un buque a vapor y con él se realizaron viajes de prueba en el lago Dalswinton en Escocia.

El barco sólo pudo alcanzar una velocidad de 8 km/h lo que desilusionó a sus socios.

Symington siguió trabajando y con grandes dificultades luego de catorce años en  1802  terminó su barco el “Charlotte Dundas”.

Symington navegó este buque el canal de Fortch-clyde: La embarcación remolcó sin gran dificultad dos barcas, que pesaban 70 toneladas, en un trayecto de 20 millas, a pesar de un fortísimo viento en contra

Sin embargo, la primera consecuencia del viaje experimental del  “Charlotte Dundas” fue que las autoridades prohibieran inmediatamente el empleo de barcos de vapor como remolcadores en los canales ingleses. Ellos temian que los golpes de las olas perjudicaran las orillas

El lindo vaporcito fue sacado a tierra y abandonado se deshizo en la intemperie.

Symington expresaba que algún día el atlántico sería surcado por barcos de vapor. Esto provocaba risas burlonas entre sus compatriotas

No obstante, un norteamericano llamado Robert Fulton se apropia de la idea

Robert Fulton…

Hijo de inmigrantes irlandeses, nace en Pensilvania en 1765

Es un hombre notable por sus muchos talentos.De joven se dedicó a la pintura de paisajes y retratos.

A los 22 años deja el arte, se establece  en Gran Bretaña y se concentra en la ingeniería y la invención de máquinas.

En 1797 propone al gobierno de Napoleón la construcción de un submarino apto para colocar cargas explosivas, que él llamó torpedos.

Napoleon accede y al año siguiente construye un sumergible monoplaza que llamó Nautilus.

Fue probado en el 1800  sin mayores repercusiones.

En 1802 se traslada a Londres y ve al “Charlotte Doudas”. El barco traccionado a vapor lo entusiasma.

Intenta interesar a  Napoleón en la creación de una armada a vapor. Napoleón encomienda  a la Academia de Ciencias de Francia el estudio de sus posibilidades. El fallo resulta desfavorable. 

Fulton sufre uno de los mayores desencantos de su vida. Se sentía derrotado cuando hace  amistad con el embajador de Estados Unidos, Robert Livingston y logra entusiasmarlo con la idea de un barco a vapor

Livingston le ofrece ayuda financiera y juntos compran una vieja máquina de vapor fabricada por Watt.

La montan sobre un pequeño bote que termina por desarmarse al navegar el Sena en 1803.

Construyen un segundo bote y Fulton solicita una nueva  audiencia con Napoleón.

Este que había leído los informes negativos de sus académicos pregunta irónicamente a Fulton: ¿Es que usted quiere poner en movimiento un barco con humo de cigarros?

Fulton y Livigston vuelven a Norteamérica y siguen con sus ensayos. Tenían éxito pero necesitaban una máquina de vapor de rendimiento mucho mayor.

Livingston recibió una subvención del gobierno Norteamericano y encarga a  Watt una máquina de 20 HP y con ella comienza la construcción del “Clermont”

John Fitch:  Sin crédito ni respaldos

Fulton es considerado el  inventor del barco de vapor pero en realidad no fue el primero.  

Antes que él, John Fitch, relojero de profesión, construyó un primer prototipo del barco de vapor en 1787.

El aparato, de 14 metros de eslora, tenía un  motor de vapor que ponía en movimiento una serie de remos o palas unidos entre sí, situados a babor y estribor de la embarcación.

Su aspecto era extraño y se parecía a una gran canoa con seis remos a cada lado. Al principio provocó las chanzas de los presentes, pero cuando el barco remontó el río Delaware con un mínimo esfuerzo la gente quedó atónita.

En abril de 1790 construye una versión mejorada, a la que le coloca una rueda de palas en el centro del barco.

Sus barcos de vapor eran capaces de transportar pasajeros y mercancías y eran empleados en una línea regular entre Filadelfia y Burlington.

Fich consigue una patente en EE.UU. para los barcos de vapor el 26 de agosto de 1791

No obstante, las numerosas averías que sufrían sus buques, provocaron que su negocio quebrara.

Fich busca el patrocinio del gobierno federal, así como de varios estados, e incluso viaja a Francia en busca de respaldo económico, pero no lo logra.

Vuelve a los Estados Unidos y deprimido se quita la vida, el 2 de julio de 1798.

Curiosidades de la historia: Un adelantado en el siglo XVI

Existe un documento en el Archivo de Simancas (España) en el cual se deja constancia de la realización de un experimento hecho en Barcelona en el año 1543 donde se intenta propulsar una nave a vapor.

Ese año, un oficial de Marina llamado Blasco de Garay solicita exhibir delante de Carlos V. una máquina por medio de la cual sería impelido un barco sin la ayuda de velas, ni de remos.

La propuesta pareció ridícula pero el ingeniero insistió y suplicó a  su Majestad.

Carlos V accedió y nombró una comisión para que fuese a Barcelona y presenciase el experimento

El ingeniero Garay preparó un barco mercante llamado la Trinidad, del porte de 200 barriles (así dice el documento)

El experimento se realizó el 17 de junio

Cuando los comisionados hicieron la señal, el barco se puso en movimiento, caminando hacia adelante, virando a un lado y al otro y volviendo al punto de partida, sin velas, sin remos, y sin ningún mecanismo visible excepto una inmensa caldera de agua hirviendo, y una complicada combinación de ruedas por dentro, y palas girantes por fuera.

El experimento fue un éxito, sin embargo, el jefe de la comisión, Ravago, que era el tesorero mayor del reino, se mostró poco favorable al inventor y a su máquina.

Después  de confesar que toda había funcionado bien, se esforzó en persuadir al soberano que la tal invención era de poca ó ninguna utilidad; que lo complicado del artificio había de requerir constantes reparos, los que ocasionarían un gasto inmenso; que el barco no caminaba más de una legua por hora y mucho menos cuando estuviera cargado; y sobre todo que la caldera, no siendo posible resistir la fuerza del vapor por largo tiempo, reventaría frecuentemente, causando desgracias muy lastimosas.

De quién es el invento? 

Garay era un adelantado, su epoca no podía comprender  y hacer prosperar su invento

Fich lo intentó, tuvo éxito pero no pudo sostenerlo por falta de financiamiento y contactos políticos

 Y finalmente Fulton es  quién le da a la navegación de vapor el impulso definitivo y logra hacerla funcional y económicamente viable

 Con la máquina a vapor, la navegación abandonó el romántico apoyo del velamen, La máquina de Fulton abrió una vertiginosa carrera de creciente progreso y perfeccionamiento. Cambió no sólo la potencia y la velocidad, sino que redundó en la seguridad personal de los viajeros y su comodidad.

Lic. Florencia Cattaneo

Campo Embarcaciones

Bróker Náutico                           

Fuentes: León Renard; Historia secreta de Barcos y Navegantes

Asdrúbal Valencia Giraldo; De la técnica a la modernidad: construcciones técnicas, ciencia, tecnología y modernidad

Ackermann, 1834 ;El Instructor: Ó repertorio de historia, bellas letras y artes, Volumen 1

Pag. Web. Saberia; ¿Quién Inventó el barco de vapor?

Pag. Web. Biografías y vidas: Robert Fulton

Pag. Web Libros Maravillosos;Patricio y Sergio Barros;Historia de la Navegación;El poderoso avance del vapor en el Mar